domingo, 11 de agosto de 2013

AMÉRICA LATINA INDEPENDENCIA Y REVOLUCIÓN- Exposición realizada en el Seminário Internacional Independências nas Américas realizado en Salvador de Bahía (Brasil)



AMÉRICA LATINA INDEPENDENCIA Y 

REVOLUCIÓN


…el pensamiento empieza a ser de América…
…Crear es la palabra de pase de esta generación.
José Martí


LA CIVILIZACIÓN AMERICANA

La tarea ineludible que tenemos en Iberoamérica es recuperar la historia conjunta que fue nuestra génesis dado que, parafraseando a Abelardo Ramos, “fracasamos en ser latinoamericanos”.
En Argentina, igual que en otros países de Suramérica y del resto de América Latina, la mirada que se da a la historia es “nacionalista” es decir: argentina, brasilera, peruana, ecuatoriana, guatemalteca… A pesar de la existencia del MERCOSUR, el UNASUR, la CELAC, la COMUNIDAD ANDINA, no hay todavía en los distintos países una mirada  latinoamericana. Esta regla, se vuelve excepción con algunos historiadores profesionales especializados en historia de América Latina, pero los gobiernos en general y especialmente los ministerios de educación no pasan de declaraciones retóricas y rimbombantes aunque en muchos casos sin demasiado contenido.
En la región que podemos llamar el Río de la Plata o el cono sur: Uruguay, Paraguay, Brasil, Argentina (que es a la que voy a referirme para acotar el tema) se han producido avances generales desparejos según el país, pero sin acceder a abordajes americanos. Incluso existe un generalizado desconocimiento entre sí y actitudes peyorativas que generalmente suelen expresarse en espectáculos públicos. El imperativo categórico de unirnos para salir adelante o por lo menos integrarnos, unido a las facilidades del turismo regional nos ha llevado a los argentinos hermanos, a conocer algo más de Chile, Bolivia, Venezuela, especialmente gracias a la mediática y popular figura del fallecido presidente Hugo Chávez y su “Bolivarianismo”.
No obstante desde la historia tanto científica como de difusión y en las escuelas primarias, secundarias y universidades no hay un esfuerzo para que nuestras historias nacionales, creadas bajo el contexto de la formación de los distintos países del continente luego de la separación de España y Portugal -en el caso de Brasil-, se estudien como un todo.  
Esto implica en los hechos –en ocasiones es deliberado, pero no siempre- una visión falsa de nuestros orígenes. No es posible comprender acabadamente nuestros padecimientos posteriores a las independencias si no asumimos que somos países de una nación inconclusa. Nos  incorporamos a la globalización de fines del siglo XV con especificidades  pero como totalidad y nos separamos de la península ibérica también integralmente, casi al mismo tiempo. La excepción brasilera, es relativa, porque lo hizo en 1822/23 cuando todavía Hispano América luchaba contra el absolutismo español.
América conformó con España como centro y Portugal (Brasil) el primer gran imperio universal. Incluso es preciso destacar que entre 1580 y 1640 ambos países “fueron dos” pero en “una sola corona”, la de Felipe II inicialmente.
La hoy denominada América Latina, es hija de la “balcanización”[1], de la fragmentación, que sufrió el imperio hispanico luego de las revoluciones de 1810, la guerra de la independencia y las contiendas civiles posteriores a la misma.
Brasil, proclamada la independencia en 1822 una década después, con más el hecho de haber pertenecido a Portugal y ser sede física, de dicha monarquía en tiempos de la Europa napoleónica, tuvo una política conflictiva con sus vecinos. Se trata de un hecho singularmente contradictorio, al tiempo que  confrontaba, en ocasiones se aliaba y carecía de una identidad nacional clara. En esto, no se diferenciaban los lusos brasileros del resto, aunque los hispanos parlantes siempre tuvieron mayores factores de unidad ligado el idioma común y la pertenencia al mismo imperio durante más de 300 años. La dependencia de Portugal, adversaria/aliada de España pero muy ligada a Gran Bretaña, a la sazón enemiga del león español, llevó a que la voluntad de unificación se pretendiera realizar mediante la fuerza militar. Esta  política, más temprano que tarde, fracasó, al menos en sus designios más atrevidos.
Para analizar las razones que llevaron al movimiento independentista, que sobreviene en América española a partir del siglo XVIII, es necesario analizar la conformación que España dio a estos territorios. Allí radica, parte de las fortalezas y debilidades del continente.
Durante el reinado de los Habsburgos, América, reiteramos, formará parte del primer gran imperio universal en la cabeza de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Fue aquella una construcción, no medieval, como sostienen algunos, sino de transición entre las nacionalidades que se desarrollarían sobre los finales del siglo XVII y aquellos autónomos reinos medievales. Era un imperio multinacional, característico del siglo XVI. Pretender otra organización si tenemos en cuenta la historia de los Habsburgos, y la de la propia España con los Reyes Católicos, sería casi un anacronismo. Especulaciones aparte, en última instancia los hechos fueron los narrados.
Carlos, apenas un joven de 16 años, encontrará una España relativamente unificada conseguida por sus abuelos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. El cimiento de dicha unidad fue la expulsión total de los moros con la toma de Granada –la espada- y la religión católica. Esto que pareció una fortaleza ideológica a los reyes, llevó a la expulsión de judíos y moros con el consiguiente atraso económico del país, puesto que estas comunidades pertenecían a las clases más activas: la de los comerciantes, financistas, agricultores, manufactureros y artesanos. Contra lo que pensaron Isabel y Fernando una mayoría optó por emigrar antes que convertirse, que fue la opción que se les dio.
El padre del joven rey era Felipe “el hermoso” nieto de emperador Maximiliano I de Austria, quien transmitió a su hijo una formación austríaca. Su madre, Juana de Castilla, apodada en razón de intereses políticos, “la Loca” fue apartada del poder, con la complicidad de Fernando de Aragón, su propio padre.
Los asesores extranjeros de Carlos, su inexperiencia y el clima de época en Europa continental, lo llevaron a guerrear por un imperio destinado a perecer, para dar paso a las unidades nacionales, en poco tiempo más. Del hecho supieron aprovecharse algunas potencias occidentales como Francia, Gran Bretaña y Holanda que ya se construían como “naciones”.
Sin embargo, el acceso a la corona imperial de Carlos I hubiera quedado en deseos y las guerras en ilusiones, de no ser por el hecho que transformó política, la economía, y la cultura del mundo occidental: el “descubrimiento” de América por Cristóbal Colón al servicio de Castilla. “Descubrimiento” que también podemos considerar inversamente: el descubrimiento de Europa, por los aborígenes que habitaban el continente.
Con América -ya que así pasará a la historia la terra nova- casi como una “sorpresa”, llegará el oro y la plata que los españoles robarán a las grandes civilizaciones indígenas, entre las que figuran como más conocidas, incas, aztecas y mayas, pero que no fueron las únicas.
El oro y la plata impactarán en la economía de España favoreciendo la vida a partir de una renta parasitaria. Esto paradójicamente colaborará en el desarrollo de otras potencias europeas –enemigas de España- que manejaban las finanzas, el comercio y las manufacturas. Servirá el metálico americano a Carlos I, entre otras cosas, para comprar a los príncipes electores del Sacro Imperio y concretar su sueño imperial, trascendente voluntad del componente ideológico de los Habsburgos. A la sazón América financiará las guerras religiosas del emperador, tan estériles como deficitarias.
España construirá en América una organización política similar a la heredada de la guerra de Reconquista contra los árabes y de las libertades medievales generadas por esta misma razón. Carlos, en su política centralista solo lograría suprimir sangrientamente, aunque en forma parcial dichas libertades ganadas por el “pueblo” español.
Los Reyes Católicos manejarían institucionalmente las Indias, a través del Consejo de Castilla un organismo asesor del rey con mucho ascendiente político sobre la corte.
Prontamente, dada la necesidad de un efectivo control económico de los nuevos territorios, se creará la Casa de Contratación de Sevilla (1503) que llegará a detentar un poder absoluto aunque burocrático, de todas las actividades económicas que se desarrollarán en Indias.
Con el tiempo, en 1511, la cantidad de asuntos que demandaban atención en semejante extensión de territorios, obligará a la corona a crear dentro del Consejo de Castilla, uno denominado Consejo de Indias.  
Esta organización se mantendrá con pocas modificaciones durante dos siglos aproximadamente, coincidente con el reinado de los Habsburgos. Dicha institucionalidad se modificará con el advenimiento de la familia de los Borbones en el siglo XVIII.
 Se trataba de un “sistema solar” cuya fuerza centrípeta, “el sol”, era España que lograba, no sin dificultad mantener la unidad. No obstante tanto en la península como en el nuevo continente los brotes autonomistas resurgían cada tanto, algo común en unidades políticas multinacionales. Las distancias y las dificultades del transporte y las comunicaciones permitían de hecho que las gobernaciones o reinos y los dos virreinatos creados (Nueva España en lo que hoy es México y Centro América, y Perú básicamente en lo que hoy es Suramérica con excepción de Brasil), un marco de autonomía parcial de hecho, “similar a la de los planetas que tiene órbita propia aunque regulada”, si mantenemos el ejemplo tomado arbitrariamente. Es preciso recordar la rebelión pizarrista de 1540 o la del hijo de Cortés, Martín, en México en 1566, intentos conspirativos contra la corona.
El mejor reflejo de dicha liberalidad de manejo, es que buena parte de las leyes de Indias no se cumplían y los funcionarios reales decían livianamente: “Se acata pero no se cumple” o “cumplir pero no obedecer”. El sistema de los Habsburgos era horizontal a pesar de ellos mismos. Esta particularidad será elemento constitutivo de posteriores autonomías cuando sobrevenga la independencia, conocidas como federalismo.
América formaba parte del Imperio, pero la organización política era no solo discriminatoria, solo españoles peninsulares podían ser nombrados funcionarios reales, sino burocrática, llena de papeles y con disposiciones creadas por hombres que nunca conocerían las tierras objeto de sus leyes. En los doscientos años que perduró el Consejo de Indias solo 7 de los consejeros habían integrado una audiencia americana antes de ocupar dicho cargo.
Esto dio al imperio y a los virreinatos, gobernaciones, capitanías generales o reinos americanos un grado de unidad a la vez que de independencia entre sí. Una alta centralización-descentralizada, aunque parezca un contrasentido. Sin embargo esta superposición institucional, de funcionarios políticos y eclesiásticos que se controlaban y enfrentaban o aliaban entre sí permitiría dos siglos de inestable calma, basada en dicha autonomía de hecho entre otras razones.
Debemos destacar que serán también los reyes de España quienes manejen la política de la Iglesia a través del Real Patronato, que les permitía no solo designar a las jerarquías sino también evitar que pasen a América, las Bulas papales que no convenían o ellos creían que no convenían, a su autoridad real.
Otra organización importante fue la administración de justicia por parte de las Reales Audiencias. Estas, constituidas por su presidente y los jueces u oidores, tenían en numerosas ocasiones mayor poder que los virreyes o gobernadores. De hecho los controlaban en el cumplimiento de la norma. Menciono las audiencias porque serán los institutos que tal vez no por casualidad, darán origen, aproximadamente, a los países que hoy existen en América del Sur.
En 1700 cambia la casa real en la península y llegan al poder los Borbones de origen francés, imbuidos del despotismo ilustrado y la unidad nacional que Francia había logrado principalmente con Luis XIV. La alianza “familiar” entre España y el absolutismo francés, hizo que otro posible heredero al trono (Carlos II de Habsburgo no tuvo herederos directos) el archiduque Carlos de Austria, se lanzara con el apoyo interesado de aragonesesaustriacosbritánicos y holandeses a una guerra de sucesión por la corona española. Fue derrotado pero España en virtud de los tratados de paz que se firmaron, el de Utrecht en 1713 y el de Rastatt luego en 1714, perdió su predominio en el concierto europeo para no recuperarlo más. 
Los nuevos reyes van a comenzar un cambio en la estructura organizativo/política de América. Esquematizando, diríamos que las transformaciones incluían una política de libertad comercial interna, impulso de la educación, y mayor centralización política (despotismo). Es así que se crearan dos nuevos virreinatos: el de Nueva Granada y el del Río de la Plata (este en la última parte del siglo XVIII). Dentro de los mismos surgirán las gobernaciones intendencias. Al mismo tiempo habrá un cambio fundamental en la consideración jurídica de estos territorios. Serán tomados no ya como integrantes del imperio sino como colonias que debían sostener a la metrópoli.
El impacto fue importante. Los Borbones otorgaban algunas libertades, favorecían la educación pero al mismo tiempo quitaban todo tipo de participación política a los criollos (españoles blancos nacidos en América). Los “efectos no deseados” ni previstos de la nueva política, contribuiría a generar gran inestabilidad, sublevaciones y conspiraciones a lo largo del siglo del siglo XVIII.
También la ilustración que admiraban, especialmente Fernando VI y Carlos III los hijos de Felipe V (el primer Borbón de España), iba a promover la llegada a América, legal o ilegalmente de libros con nuevas ideas que comenzaban a expandirse por Europa. Gran Bretaña será la iniciadora a partir de John Locke entre otros, pero Francia acaparará la promoción intelectual de los nuevos tiempos.
Los cambios impactan en la sociedad americana. Si bien desde los Reyes Católicos estaba casi prohibido el paso a Indias de quienes no fueran castellanos (aunque esto dependió mucho de la conveniencia política de Fernando e Isabel mientras esta vivió)  y mucho menos de los lusitanos, en la práctica, sobre todo mientras Portugal y España fueron dos países regidos por una corona (1580-1640), Buenos Aires por ejemplo estaba poblaba por portugueses cuyos apellidos mutaron, para protección personal, de la misma manera que sucedió en la Península y en toda América con judíos o moros. 
En suma, es de destacar que tan pocos controles habían existido durante el gobierno los Habsburgos, que en 1573 cuando Juan de Garay funda Santa Fe, desde Asunción, lo hace con 70 mancebos de la tierra…obviamente no eran sino mestizos nacidos de los españoles y las mujeres indias del Paraguay.
En suma si hay algo que está fuera de discusión es la falta de pureza de sangre que abunda hasta hoy en América, indios, blancos, negros, asiáticos, semitas tanto árabes como judíos en fin  es como dijo José Vasconcelos somos “la raza cósmica”.
Es bajo esta matriz que surgen y se forman algunos con mejor educación y otros solo con la posible, a veces casi analfabetos, los hombres que van a llevar adelante primero la revolución y luego la independencia de España, cuando esta se niegue a comprender el cambio de la realidad del mundo occidental.
La relativa libertad de comercio autorizando la apertura de 24 puertos en América y 13 en España en 1778 favoreció los intereses de americanos dedicados a esta actividad aunque perjudicó parcialmente a quienes vivían del monopolio anterior. Produjo un efecto no deseado, entre los comerciantes criollos y también entre los españoles qu8e en definitiva aspiraron a una mayor libertad.  
La creación de nuevos virreinatos y la Real Ordenanza de Intendentes para el Río de la Plata, así como el aumento de los impuestos unido al privilegio notorio de España sobre sus colonias, iba a generar conflictos de difícil resolución entre las clases acomodadas americanas (criollos blancos nacidos en estas tierras) o entre los propios caciques indios, tal el caso de José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Tupac Amaru II (1780), cuyo levantamiento es una de las señales, aunque no la única, de la disconformidad que generaban los impuestos y el despotismo real. El visitador José A. de Areche delegado del rey fue con sus políticas de exacción impositiva, el gran responsable de la sublevación que será reprimida sangrientamente. La derrota de Condorcanqui, estuvo ligada a la imposibilidad de atraerse a los criollos a su causa. Este hecho se producía por los conflictos étnicos que existían en la sociedad colonial y que influirían decisivamente, cuando los americanos se levanten contra la corona.
También en Brasil a causa de los excesivos impuestos, se levantarán en lo que se conoce como la  Inconfidência Mineira, o conspiración minera liderada por Joaquim José da Silva Xavier (1746-1792)  más conocido como Tiradentes –por su profesión de “saca dientes” u odontólogo quien asumió la responsabilidad de la misma y fue el único condenado a muerte al que no se le conmutó la pena. Tal vez porque era uno de los más humildes dentro del grupo sublevado. La traición fue abominable en la rebelión, ya que algunos de los complotados delataron para recibir condonación de impuestos o títulos menores. El movimiento tuvo caracteres independentistas, sin embargo como la independencia de Brasil se dio a través de Pedro I de Braganza (nieto de María I que era quien había ordenado la represión) la reivindicación de Tiradentes, a la sazón republicano, solo sobrevendrá con la República Vieja y sus ideólogos positivistas.   
En 1791 se sublevan los esclavos negros de la colonia francesa de Santo Domingo. Luego de años de lucha, en 1804 se independizan formando el estado de Haití, el primer país negro en América. Esto fortalecía las convulsiones americanas aunque se tratara de una colonia francesa.
También aplicaron los borbones una reforma eclesiástica quitando privilegios y exenciones fiscales a la Iglesia e imponiendo una política regalista (manejo real de la política eclesiástica), que culminó con la expulsión de los jesuitas, quienes tenían un poder importante dentro del reino y que repetidamente fueron acusados de atentar contra el rey. Esto ocurrió en 1767 pero ya había sucedido  en Portugal (1759) y en Francia en 1762. La medida coherente con el despotismo ilustrado imperante fue errada por varios motivos. En América  los jesuitas habían contribuido al crecimiento social y la educación no solo de los más desposeídos sino también de los criollos ricos, tanto en la región hispánica como en el Brasil. La ciudad de San Pablo fue en sus orígenes una misión jesuítica, luego transformada en gran ciudad comercial, industrial y financiera. Al mismo tiempo aunque en defensa de sus intereses, en las misiones, la orden servía de defensora de la frontera rioplatense con el Brasil al luchar contra los bandeirantes, cazadores de esclavos indios al servicio de Portugal.
Gran Bretaña, atenta a sus intereses acogerá a los jesuitas perseguidos y dará refugio tanto a ellos como a los liberales españoles que propiciaban la ruptura del “pacto colonial”. Tomaba de esta manera venganza del apoyo que Francia y España había dado a sus colonias de América del Norte cuando se independizan en 1776.  

Nuestro Norte es el Sur


Una reflexión sobre la historia y la actualidad
Si volvemos a la referencia que hicimos sobre el sistema solar, podemos decir que los borbones cambiaron la fuerza de gravedad “del centro” y esto generó un conflicto de planetas.
Muy cercanamente en el tiempo tenemos el ejemplo de ese “imperio socialista multinacional” que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) que con el advenimiento de Gorbachov y su Perestroika (reforma) y la Glasnost (transparencia) no creó un socialismo democrático, sino la fragmentación total del imperio, el nacimiento de nacionalidades reprimidas durante siglos y un capitalismo difícilmente previsible en su desarrollo final.
La decadencia de España
Si los Borbones, utilizando conceptos europeos, intentaron “modernizar” España, su “ilustración” no prosperará demasiado tiempo especialmente luego del estallido de la revolución francesa y su posterior derrotero, hasta llegar a Napoleón.
Fueron “reyes con ideas burguesas” limitadas, medrosos, que equivocarán las alianzas o en todo caso, gobernabrán una España en decadencia, que tenía serias dificultades para jugar la política europea y por lo tanto la americana.
  Gran Bretaña va a intentar por todos los medios frenar el crecimiento de Francia y la alianza con España. Será desde un comienzo el principal apoyo de Portugal, promoviendo la rivalidad peninsular. Al mismo tiempo y cuando Napoleón llegue al gobierno y promueva los postulados revolucionarios por Europa, los ingleses apoyarán a los Austrias y a Rusia para derrotarlo.
España luego de Carlos III quedará en manos de Borbones débiles y sin demasiadas luces para la política. Es el caso de Carlos IV y Fernando VII, cuyas oscilaciones y debilidades los llevará a perder casi todo lo que quedaba del antiguo Imperio hispánico.
Desde el punto de vista jurídico las monarquías absolutas modificaban las concepciones pactistas del derecho natural que era predominante con los Austrias. No pocos historiadores españoles sostienen incluso, que es más “española” la corriente de los Habsburgos que la afrancesada de los borbones.
De manera que todo colaboraría para las crisis americana del siglo XVIII y principios del XIX. Todo tipo de rebeliones se darán, no solo populares sino también de las clases altas. Tal el caso de Nueva Granada en 1809, Cochabamba y la Paz en el mismo año y luego en 1810 en toda América española.
Brasil no estará al margen de todo lo que sucedía, más aun teniendo en cuenta la cercanía de la corte lusitana, en la cual la hermana de Fernando VII, Carlota Joaquina era la esposa de Juan VI y regente consorte del reino. Varios de los patriotas rioplatenses como Belgrano, Castelli, los hermanos Rodríguez Peña y algunos otros buscaron la posibilidad de establecerla como regente del Río de la Plata, para independizarse del Consejo de Regencia a quien no respondían los americanos. Estos asumían la doctrina pactista aunque racional, del poder político. No existiendo ya el poder de Fernando VII, obligado a abdicar por Napoleón, dicho poder debía volver al pueblo.
 La Independencia de Hispanoamérica
El proceso que hemos descripto rápidamente es el que lleva a que en 1810 se produzcan movimientos en toda la América española. El proceso de las guerras napoleónicas que aisló a España de América, impidió a la corona la posibilidad de reprimir las revoluciones.
Existió una base material del inicio de los movimientos. No se trató solo de la proliferación de ideas “subversivas”. El orden de la monarquía española con sus controles y sus prohibiciones, los impuestos que resultaban abusivos, la falta de posibilidades para discutir dichas medidas antojadizas y la discriminación hacia los criollos iba a generar un clima favorable. Se buscaba la ocasión para reorganizar el imperio o independizarse.
Tenemos en todo este proceso algunas originalidades americanas que se van a repetir en el tiempo. No todo lo que en Europa significaba mayor bienestar y libertad, se trasladaba automáticamente a estas tierras con el mismo efecto. Por ejemplo las reformas del "libre comercio" establecidas por los Borbones, si bien beneficiarían a algunos comerciantes españoles y americanos u otros extranjeros, al mismo tiempo y por la reorganización política que incluyó dentro de los límites de virreinato del Río de la Plata al Alto Perú con su riqueza en plata y oro, generó disputas interminables entre "peruanos" y "rioplatenses". También la competencia de mercaderías inglesas generaría resistencias en los artesanos del interior americano.
Fue un cambio en las rutas comerciales. Antes del decreto borbónico, las flotas llegaban desde España al Callao (Lima) y luego a lomo de mula y carretas, a Buenos Aires y de vuelta nuevamente (no menciono el contrabando del Río de la Plata que era endémico pero ilegal). En el  último tercio del siglo XVIII en cambio, la ruta era España, Buenos Aires, Alto Perú y vuelta a Buenos Aires. Lo que significó un gran desarrollo del litoral "argentino" (así se denominaba a los porteños de Buenos Aires, "argentinos").
Si alguien pensó que la mayor afluencia de metálico podía servir para calmar los ánimos, se equivocaba absolutamente. Luego, en el Río de lña Plata, sobrevinieron, las invasiones inglesas (1806 y 1807), resistidas y rechazadas, pero con las cuales en un breve lapso se probó el libre comercio abierto a todos, es decir con los ingleses especialmente. La defensa y reconquista de Buenos Aires y Montevideo, de la que participaron los americanos, armando sus propias milicias, con sus propios fondos, terminó otorgando a estos el manejo de las principales fuerzas militares del virreinato.
Esta conjunción de hechos y cambios efectivos en el poder existente va a preparar las condiciones para las revoluciones que sobre vendrán continentalmente.
En algunos lugares como México la misma tendrá una connotación social profunda, con Morelos e Hidalgo, pero en otros lugares como Venezuela, Nueva Granada o el propio Río de la Plata, serán llevadas adelante por la burocracia americano-española, comerciantes, algunos pocos ganaderos, incluido españoles y militares. En efecto no eran tiempos en los que las nacionalidades, especialmente en América estuvieran consolidadas. Habrá españoles y americanos en ambos bandos si hablamos de los blancos, pero también podemos decir lo mismo respecto de los mestizos, indios, zambos y en general todas las clases más postergadas, incluido los esclavos. No obstante podemos decir que lentamente los revolucionarios irán tomando medidas que servirán para atraerse a las clases humildes sin necesidad de obligarlos siempre a ir a la pelea.
En Brasil está el caso -no sé si famoso- de Domingo Fernandez Calabar lusobrasileño que se pasó durante las guerras contra Holanda, al bando de esta última y cuando lo capturaron terminó ejecutado. No se trató de un caso tan aislado, respondía a este hecho sociológico de que las nacionalidades tenían todavía un escaso desarrollo ideológico.
¿Quiénes fueron los que lideraron las revoluciones transformadas en movimientos independentistas, cuando España gobernada por Fernando VII -con asesores conservadores o liberales la política hacia América no era muy diferente- intente recuperar las colonias y hacer la guerra a los sublevados?
Fueron los criollos en general de fortuna, con buena educación, viajeros y/o estudiantes en Europa, militares embebidos de las nuevas ideas liberales surgidas de la revolución francesa o americana y que una vez derrotado Napoleón, recibieron el padrinazgo de la "Vieja raposa", Inglaterra, debido a sus propios intereses económicos.
Será el caso en Quito de Eugenio Espejo (hijo de un indio tuyhuquin), mestizo, que debió cambiarse de nombre, con la complicidad de algún sacerdote, para poder ingresar a la universidad. También, Francisco Miranda, Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Bernardo de Monteagudo, Simón Bolívar, Bernardo O'Higgins, José Francisco de San Martín, Martín Miguel de Güemes, y José Gervasio de Artigas, Gaspar Rodríguez de Francia  para citar algunos representativos.
No eran lo mismo, ni tenían ideas totalmente coincidentes. Todos ellos tenían una diferente historia personal y estudios o formación. Miranda aunque se trataba de un aventurero, galante, y revolucionario provenía de las clases altas y aspiraba a la conformación de un Imperio Hispanoamericano independiente. Para ello intentaría lograr el apoyo del gabinete inglés y también de no ser posible de los norteamericanos. Bolívar era un "mantuano", es decir que pertenecía a la clase criolla rica importante, con esclavos y hacienda de Caracas. Más joven no era muy diferente aunque sus vínculos sociales eran más sólidos e importantes quizás.
El proceso independentista en Venezuela y Nueva Granada hacia 1810 termina en un fracaso porque los realistas venezolanos lograron el apoyo de las clases más bajas, numerosas y grandes jinetes en el caso de los llaneros, conducidos por el español José Tomás Boves, conocido por el "Urogallo" o "Taita" simplemente entre sus hombres. Este hombre se transformó en un caudillo popular que aprovechó el odio de los humildes hacia las clases altas criollas y formó la más formidable caballería de aquel momento con los llaneros venezolanos. Derrotó a Bolívar y los patriotas que intentaban constituir la República y obligó a Bolívar a huir al Caribe. Será en Jamaica donde escribe una famosa carta que es todo un programa político (en ella menciona su voluntad de construir una gran América) y luego se refugia en Haití donde Alexander Petión líder de la independencia le da ayuda para retornar al continente a la vez que le exige que libere los esclavos ni bien pise tierra continental.
En tanto, Boves había muerto en batalla y su liderazgo no encontró reemplazo. España a la par enviaba al general Morillo con un poderoso ejército a Nueva Granada para derrotar a los patriotas. Este general  formado en las tradiciones españolas desecho el ejército de Boves. Para tener una idea de la complejidad del proceso independentistas y las necesidades sociales digamos que el "Taita" reclutaba llaneros bajo la consigna de: "¡Guerra a los blancos explotadores del pardo y del indio! ¡Las tierras de los blancos para los pardos!"  Lógicamente que los blancos conducidos por Bolívar fueron derrotados.
Sin embargo es Petión el que le da nuevo programa a Bolívar, para triunfar, al exigirle la manumisión de los esclavos. Este cumple parcialmente su palabra y libera a sus propios esclavos, pero sus compañeros de lucha fueron más duros para aceptar esta medida.
No obstante la revolución ya era imparable, los generales para la guerra provendrían de todas las clases sociales y muchos de las humildes como en el caso de Páez. En suma fue Bolivar quien convenció a los llaneros de integrar el bando patriota lo que le permitiría el triunfo en este nuevo intento. Sin embargo es necesario admitir que nunca perdió el Libertador sus prejuicios raciales.
Su capacidad tampoco fue la de un militar, sino la de un político que intento tal vez bajo las enseñanzas de Miranda constituir una Confederación hispanoamericana e incluso Iberoamericana.
Pero su proyecto fue derrotado. Bolívar venció a través de José Antonio de Sucre en Ayacucho al último intento español absolutista de recuperar algo de aquel vasto imperio. Lo venció por las armas Pero el intento de organizar una gran confederación americana fracasó por múltiples causas.
Una no menor fue la interferencia de los intereses económicos de las grandes potencias: Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos en ese orden, que trataban de dividir y fragmentar todo lo que pudieran. Otra fueron las tradiciones regionales, que arrastraban rivalidades y autonomismo desde la colonia. También el accionar egoísta de las altas clases que dominaban en los puertos de ultramar o en los enclaves mineros ligadas al comercio exterior. Las distancias y difíciles comunicaciones, la desconexión económica entre los distintos núcleos urbanos, la vasta geografía, en fin numerosos fueron los problemas. No había un centro de atracción con suficiente poder político como lo había sido España.
El Congreso de Panamá, convocado por Bolívar fue un fracaso. Sólo concurrieron Perú, Centroamérica, Colombia y México. Como invitados no latinos, lo hicieron, Gran Bretaña, los Países Bajos y Estados Unidos. Todo se diluyó y la reunión se terminó trasladando a Tacubaya (México) donde solo quedaron Colombia, México, Centroamérica y EE. UU.
Bolívar cercano a la muerte en 1830 dirá el 9 de noviembre desde Barranquilla al general Juan José Flores que ya era presidente del pequeño Ecuador: “(…) 1º la América es ingobernable para nosotros; 2º el que sirve una revolución ara en el mar (…) La súbita reacción de la ideología exagerada va a llenarnos de cuantos males nos faltaban (…) Ud. verá que todo el mundo va a entregarse al terreno de la demagogia, y ¡desgraciados de los pueblos! Y ¡desgraciados de los gobiernos!”[2]

Otro fue el caso de San Martín, hombre que habiendo nacido en Yapeyú lo que hoy pertenece a la provincia de Corrientes, solo pasó unos pocos años en el Río de la Plata. Estudió en España donde desarrolló la carrera militar con éxito y volvió ya "treintañero" a ponerse al servicio del gobierno rioplatense en marzo de 1812. Imbuido de las ideas de Miranda y de la masonería escocesa a la que frecuentó, no solo deseaba la independencia de América sino mantener la mayor unidad continental posible. En esto tenía similares objetivos que Bolívar. Su formación ideológica fue la de un militar liberal español, moderadamente afrancesado, aunque un tanto conservador. Esto le generó siempre desconfianza hacia los caudillos populares  como Artigas, aunque buen político, siempre supo cuando debía aceptarlos para desarrollar la guerra a los realistas que fue la misión autoimpuesta.
Fueron personalidades muy diferentes las de Bolivar y San Martín. Sin embargo eran demasiado fuertes ambos para convivir bajo la misma causa. San Martín llegó al Perú, declaró la independencia, pero no pudo derrotar plenamente a los realistas. Buenos Aires que ya se sentía segura de cualquier invasión y se disponía a enriquecerse con su comercio, puerto y aduana, lo abandonó a su suerte en Lima. No tuvo otra alternativa que retirarse luego de Guayaquil, aunque protestaran algunos de sus amigos como Tomas Guido. Optó por hacerlo a Europa porque no deseaba participar de las guerras civiles que se avecinaban. No volvió más y cuando lo hizo, en plena guerra entre unitarios y federales, solo llegó al puerto de Montevideo para volverse, rechazando un ofrecimiento de Lavalle, ex subordinado suyo, de ponerse al frente de la sedición que él estaba encabezando.
A partir de estos momentos, alrededor de mediados y finales de la década de 1830, se iniciará el proceso de constitución de los países que hoy forman Suramérica. Fue el fracaso final de los libertadores. No todo es triunfo ni todo derrota. Expulsaron a España del continente, pero no pudieron mantener la unidad, aunque sea confederal, de las antiguas colonias. Gran Bretaña que había apoyado los movimientos independentistas, inclusive el de Brasil que tuvo otras connotaciones, se abocará a fomentar las divisiones entre las regiones. De cada audiencia española surgirá una nación lo que debilitará las posibilidades de políticas soberanas, sin depender económica y en ocasiones políticamente, de Europa primero y luego de Estados Unidos.

CIVILIZACIÓN Y GESTACIÓN


CONCLUSIONES
Habrá que esperar hasta finales del siglo XIX y principios del XX para que surja un nuevo movimiento intelectual que  retome las ideas de los libertadores de unificar la América Ibérica. Ya en este momento se incluirá a Brasil.
Son aquellos intelectuales que denominamos de la generación del 80, los positivistas (no en todos los casos), y lo novecentistas que inician una revisión de nuestra historia: Adolfo Saldía, los Quesada, Manuel Ugarte, Manuel Gálvez, José Martí, José E. Rodó, los reformistas de Córdoba de 1918, Saúl Taborda, Deodoro Roca, y más adelante Victor Raúl Haya de las Torre en Perú, para citar solo a los más importantes.
Si bien aspiraban a realizar una revolución, solo lograron moverse en el plano espiritual.
También Brasil va a sentir los efectos de una oleada americanista aunque con  particularidades. En efecto, con el comienzo del siglo (1902) asume el ministerio de Relaciones Exteriores de la nueva República, José María da Silva Paranhos Junior, Barón de Río Branco quien permanecerá en el cargo hasta su muerte en 1912. Es indudablemente el gestor de la moderna diplomacia brasileña, que hizo de Itamaraty, un instrumento de gobierno hábil y poderoso, respetado interna y externamente. Su política oscilará pendularmente entre un acercamiento a EE. UU., por razones comerciales y geopolíticas, (existe una cierta complementariedad entre ambas economías) y una mirada hacia Argentina y Chile, a quienes consideró compañeros estratégicos de ruta para una política sudamericana.
Río Branco tuvo buenas relaciones con el segundo gobierno de Roca y con el de Sáenz Peña, especialmente por el accionar de un gran embajador argentino en aquel país que fue el cordobés Ramón J. Cárcano. La acción diplomática de este ayudó a la firma del primer tratado de ABC (Argentina, Brasil, Chile) que no podrán ver ni Paranhos ni Sáenz Peña porque mueren antes.
Contradictorio, por momentos imitando tal vez sin sentido el armamentismo europeo de la época, con astucias y fuertes razones de estado el Canciller carioca estuvo convencido siempre y actuó en consecuencia: “de que una cordial inteligencia entre Argentina, Brasil y Chile sería de gran ventaja para cada una de las tres naciones y tendría influencia benéfica dentro y fuera de nuestros países”
Es destacable también que en 1892, el historiador lusitano Joaquín Pedro Oliveira Martins en ocasión del 400 aniversario del descubrimiento de América, haya propiciado “recuperar la unidad histórico cultural de América Latina”. Con anterioridad, el diputado brasileño Aristide Maia, propuso en la retórica parlamentaria conformar una “Confederación Sudamericana”. Claro está el tema no era solo ideológico, Brasil y Argentina tenían un importante comercio bilateral del que Argentina era acreedor. También Assis Brasil, diplomático originario de Río Grande, el mismo estado del que provendría Getulio Vargas, iba a impulsar ya en esta época una alianza integradora de Uruguay, Argentina, Brasil y Chile. Pero quizás la obra precursora de la conciencia latinoamericana brasileña es “A América Latina: males de origem” aparecida en 1903 y escrita por Manoel Bomfin, en la que se denuncia el imperialismo y el colonialismo y se sustenta la idea de “salvarnos juntos”.
Recién a mediados del siglo XX, podemos decir desde la crisis del 30,  aquel movimiento novecentista buscará con posibilidades reales de concreción. Será el caso de Juan Domingo Perón en Argentina, Carlos Ibañez del Campo en Chile y Getulio Vargas en Brasil, el nuevo ABC ya intentado por Julio Argentino Roca a principios del XX. Lamentablemente ninguno de los tres fue comprendido por muchos de sus ciudadanos: Ibañez terminó a duras penas su mandato en soledad y en medio de una fuerte inflación, Perón fue derrocado por un golpe cívico militar y antes, en 1954 Getulio se había suicidado.
A fines del siglo XX y en este XXI renacerá como necesidad social y política la posibilidad de integración latinoamericana. Esta debe ser impulsada por las nuevas juventudes dirigentes que inventen las nuevas formas de integración, dejando de lado personalismos y antiguos rencores para dar paso a una gran política que permita a Suramérica y si es posible a toda Latinoamérica ser una gran potencia.
La integración no puede ser desigual, debe ser solidaria, equilibrada porque la unificación sobre la base del predominio de algunos sobre otros solo será motivo de nuevos conflictos.
Chile deberá rever la guerra del Pacífico y otorgar la salida al mar a Bolivia y lo que sea necesario al Perú. Brasil debe replantearse la guerra contra el Paraguay, Argentina ya lo hizo, Ecuador sus desavenencias con Perú y Venezuela con Colombia. Paraguay superar esa terrible guerra contra Bolivia.
En eso la cultura, tiene una asignatura pendiente. A esto debemos agregar lo esencial: la economía. No habrá integración sin economías entrelazadas, y sin una cultura que le de sustento. Por otra parte si no nos unimos en una gran Patria Grande, olvidemos el ideal de un continente plural, respetuoso de los derechos humanos y con justicia social.
Para finalizar me voy permitir citar a un gran militante de la Patria Grande: Manuel Ugarte quien define un pensamiento que hoy tiene algo de profecía: “Iberoamérica procede de dos vertientes que nada puede desviar o suprimir: la que emana de la América precolombina y la que irrumpe de la presencia hispana (…) hay que evitar que corran riesgo de desaparecer porque constituyen la promesa de una nueva modalidad humana, de un pensamiento distinto de los valores universales. Tengo ciega  fe en Iberoamérica y en su predestinación. Llego a creer que su existencia como organismo autónomo es necesaria para el equilibrio del mundo.”


UNASUR


Lic. Enzo Alberto Regali
San Antonio de Arredondo junio de 2013
BIBLIOGRAFÍA
JORGE ABELARDO RAMOS, Historia de la Nación Latinoamericana Editorial Continente Argentina
ENZO ALBERTO REGALI, Abelardo Ramos, la izquierda nacional en la Argentina. Editorial Ciccus. Argentina
BORIS FAUSTO, Historia Concisa de Brasil. Fondo de Cultura Económica de México.
JUAN CARLOS CHIARAMONTE, Usos de la historia. Lenguaje de clases y revisionismo histórico. Buenos Aires, Sudamericana.
        ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS PIÑEIRO IÑIGUEZ. Del ABC al MERCOSUR. La integración Latinoamericana en la doctrina y praxis del peronismo. Nuevo Hacer, Grupo Editor Latinoamericano. 2002
ANDRÉS CISNEROS. Política Exterior Argentina 1989-1999. Historia de un éxito. Nuevo Hacer. Grupo Editor Latinoamericano. 1998
HELIO JAGUARIBE, Sudamérica y América Latina en Revista de Derecho Internacional y del MERCOSUR. La Ley Año 7 Nº 4. Sintese Editora.
ALBERTO METHOL FERRÉ Y ALVER METALLI, La América Latina del siglo XXI. Ensayo Edhasa.2006
CARLOS PIÑEIRO IÑIGUEZ, La Nación Sudamericana. Nuevo Hacer Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 2004
------------------------------------------, Herejías Periféricas, Raúl Prebisch Vigencia de su pensamiento. Nuevo hacer. Grupo Editor Latinoamericano. 2003
JORGE ABELARDO RAMOS, Manuel Ugarte y la Revolución Latinoamericana. Editorial Coyoacán. Bs. As. 1961.
LUCIANO TOMASINI. Felipe Herrera Idealista y Realizador. Fondo de Cultura Económica Chile 1997.

 




[1] Palabra que hace referencia a la división en pequeños países en la península Balcánica (actual Grecia y otros). La comparación no puede ser tomad al pie de la letra dado que los países de dicha península europea no tenían entre sí, ni un mismo idioma religión o cultura, solo una historia común de confrontaciones y alianzas.
[2] Bolívar, Simón, Escritos Políticos, Alianza Editorial, Madrid 1969. Pág. 169

sábado, 10 de agosto de 2013

LA "PERONIZACIÓN" DEL ELECTORADO ARGENTINO


A partir de 2003, el electorado se ha “peronizado” en extremo, en función de una variada oferta justicialista en diversas versiones. Al punto tal de ya dejar prácticamente establecido que dos tercios del electorado vota a candidatos del PJ. 
Este es un interesante artículo con el que me permito disentir en algunos aspectos. La percepción de la "peronización¨ del electorado es una verdad a medias. Si desean conocer el artículo motivador solo tienen que hacer click en el link de abajo.

 http://www.parlamentario.com/articulo-9100.html



Panqueques: ¿Una representación símbólica?




Es inexacto que el electorado se haya "peronizado". En realidad el Justicialismo es hoy diferente de aquel que fundara Juan Domingo Perón, con ayuda de
 Evita (aunque esta solo actuó durante el breve tiempo que va de 1945/46 a 1952 en que fallece), el único cuadro con capacidad decisoria, que el mismo coronel permitió, por necesidades de su particular construcción política. Recordemos que llegó a la presidencia sin pasar por la "política" siendo ya un coronel, es decir que tenía una formación militar y cincuentón.

No solo el país cambió por efecto de la industrialización que promovió el nuevo movimiento, sino que también lo hizo el mundo, por otros motivos derivados de la segunda guerra mundial. Cuando Perón luego de su exilio, al que había partido en 1955 a raíz del golpe autodenominado Revolución Libertadora, retornó en 1973, ya casi nada era lo que había sido.

El 17 de octubre era historia ,lo que percibió en su primer regreso, el 17 de noviembre de 1972. Luego, si alguna duda le quedaba esta fue disipada, con el enfrentamiento desatado en Ezeiza en su regreso definitivo el 20 de junio de 1973. La Iglesia Católica con la cual ya había reestablecido muy buenas relaciones a todo nivel, se encontraba parcialmente fragmentada por los dispares efectos del Concilio Vaticano II y su expresión en América Latina, la Conferencia episcopal de Medellín. Sectores conservadores-tradicionalistas con  distintos matices enfrentados al estilo "episcopal" con aquellas tendencias radicalizadas divididas a la vez, entre quienes adherían a ideologías de izquierda incluida la lucha armada y quienes se referenciaban en el nacionalismo popular. Las fuerzas armadas que habían sido uno de los componentes centrales de aquel frente nacional de 1946, habían echado a gran parte de los oficiales y suboficiales peronistas y si algunos quedaron o entraron a posteriori, eran hombres muy moderados o conservadores -tal vez forzados por el pensamiento hegemónico de los antiperonistas- y una ínfima minoría era radicalizadamente partidarios del ex presidente. Aquellos que ante el regreso del General dieron la cara y "se jugaron" fueron dados de baja rápidamente. Las clases medias universitarias habían virado explosivamente hacia un "peronismo socialista" que supieron construir para sí mismos, anclado en un sustento "académico" configurado en la misma universidad que 3 o 4 años atrás era mayoritariamente antiperonista. Los empresarios, descarnadamente pragmáticos se acomodaban a sus posibilidades de negocios. Había un nuevo mundo, en el que "los molinos de vientos" definitivamente no eran "gigantes".

Recordemos también que Perón era general y cuando en 1973 reclamó su grado de  Teniente General. Su movimiento surgió del golpe militar del 4 de junio de 1943. Cuando fue electo presidente, el 24 de febrero de 1946, asumió para que no queden dudas del componente castrense del proceso que se iniciaba, el 4 de junio de 1946. Nunca fue un líder socialista, sino nacionalista popular o en un lenguaje actual "populista". Esta afirmación es esencial de comprender para poder asomarnos a la dialéctica del enfrentamiento posterior de los "históricos" del movimiento con la Juventud Peronista compuesta por hijos de algunos dirigentes justicialistas de la primera época pero substancialmente por los hijos de nacionalistas católicos devenidos antiperonistas a mediados de los 50 (caso de Firmenich, Carlos G. Ramus, Fernando Abal Medina etc.)  y hombres de la izquierda comunista desencantados con la Unión Soviética pero entusiasmados con la Cuba revolucionaria (caso Roberto Quieto, Carlos Olmedo, Marcos Osatinsky y otros).

El Tte. General Juan Domingo Perón vistiendo uniforme de gala en 1973. 


Prestar atención sobre todo los jóvenes, ya que los nuevos "ideólogos" tienden a ocultar la verdadera historia, del peronismo y las "formaciones especiales juveniles". 

Lo cierto es que entre los años 1960/70 se incubaron demasiadas cuestiones, la más nefasta fue la tragedia de la guerrilla y contra guerrilla, la represión de estado posterior y el golpe más sangriento del siglo XX, al cual sus protagonistas con eufemismo, denominaron Proceso de Reorganización Nacional. 

Cuando volvió la democracia en 1983, el mundo seguía cambiando adquiriendo vertiginosidad, aunque la mayoría no lo percibía. Entre 1989 y 1991, estalló la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y se consolidó no el socialismo (que las mayorías de los intelectuales y universitarios de izquierda pronosticaban) sino el capitalismo. Desapareció la "cortina de hierro" (proclamada por Winston Churchill), que llevado a Perón a pensar en una nueva guerra mundial. A esto se sumó la extraordinaria expansión tecnológica y en las comunicaciones que pocos percibían en el llamado "tercer mundo" (el primero era EEUU y sus aliados occidentales y el segundo la URSS y sus aliados)
Cuando luego del gobierno de Alfonsín -primero de la nueva etapa democrática-, vuelve al triunfo el justicialismo acaudillado por Carlos  Menem, con sus "nuevas" (no eran tan nuevas) recetas, lo apoyó prácticamente todo el peronismo, histórico, juvenil, ex montoneros ya grandecitos, ex ERP reconvertidos, en fin, buena parte de la dirigencia política engolosinada con las prebendas de sueldos y otros beneficios "democráticos". Algunos que integran la  "nomenklatura" actual, quedan al margen porque recién estaban creciendo eran los "niños de la democracia".
Cuando el poder menemista se empezaba a desgastar y "se veía venir" -como solía decir Víctor Brizuela en sus históricas transmisiones futbolísticas- la retirada, comenzaron a surgir una gran cantidad de grupos que generosamente ofrecían sus servicios de conducción.

Se vislumbraron cantidades de opciones políticas, que lideraban hombres que eran peronistas desde hacía tiempo, algunos recién llegados y otros de las generaciones más jóvenes formadas en la "democracia permitida" de los 80. La crisis del 2001, como no podía ser de otra forma, fragmentó inmisericordemente partidos y grupos. Era el comienzo de "ofertas" justicialistas diversas, a las que difícilmente alguien pueda catalogar como más o menos peronista...ese debate sobre el "peronómetro", hoy es prehistórico. No obstante como la historia existe, y sin pretender realizar una refutación "ad hominem", digamos que ningún análisis que pretenda un mínimo de seriedad puede omitir el itinerario político de quienes "surgen" inesperadamente y aspiran a ocultar sus matrices de formación.

En estos tiempos en los que, por distintos motivos que incluye el de una substancial mejora del bienestar general, la banalidad es una constante en el debate político, no falta el uso y abuso de los "dichos" pontificados por quienes ya no están en este mundo. Así, descontextualizadamente, mediocres dirigentes afirman con picardía previsible, "peronistas somos todos", o "los peronistas somos como los gatos cuando creen que nos estamos peleando nos estamos reproduciendo"... Todo ingenioso, en ocasiones hasta simpático aunque solo pretendan auto justificar subliminalmente sus saltos de "canguros" de uno a otro grupo o partido. La diferencia entre Perón que abundaba en este tipo de chascarrillos, es que él sabía que se trataba de una humorada, en cambio buena parte de los actuales dirigentes creen que se trata de una certera afirmación politológica.


Como los canguros pero en la política 


Nada es igual en las decisiones que se toman en política. Quiero decir con esto que siempre hay razones para tomar uno u otro camino, aunque los motivos se oculten. En este sentido, el pueblo es más sagaz que muchos candidatos y decide su voto en ocasiones intuyendo las verdaderas intenciones de los postulantes. Por ello hoy en general tiende a confiar en hombres que no tienen un pasado político.   

En Córdoba por ejemplo, no votan "lo mismo" aquellos compañeros que eligen a Schiaretti, Llaryora, Riutort o Scotto, que no viene del peronismo, aunque comparte "fórmula" (por razones estratégicas agrego yo) con Martín Gill, que sí viene del PJ. Un partido, el Justicialista (PJ) que ha logrado expresar los cambios -buenos y no tanto- que la sociedad ha tenido, encuentra por ahora en esa amplitud las razones de su supervivencia. Obviamente algunas mentalidades anquilosadas, creen que pueden tener y/o exigir "unanimidad" basándose en el "aparato", la "patotita" y el manejo de cargos. Carecen de la imaginación necesaria para intuir que los "molinos no son gigantes" y allá van...

En suma quienes votan, el pueblo argentino, no se ha peronizado, elige entre candidatos que representan distintas políticas e intereses. Que la mayoría de los aspirantes a algo, intenten utilizar en beneficio propio, la representación simbólica que construyeron Perón y Evita, no implica que dichos votos "repartidos" entre varios candidatos "peronistas" representen lo mismo y que el electorado se haya efectivamente "peronizado". Cada ciudadano elige a quien cree que representa mejor su deseo de país y sociedad. Lo que sí es sociológicamente digno de un análisis que al estilo de lo que pasaba y pasa en las sociedades del socialismo "real o de mercado" estamos muy cerca de transformar en ser "peronista" en la conditio sine qua non  se puede aspirar a ser electo. 

Aventuramos una respuesta a esta descripción (una de tantas, ya que nada de los humano es monocausal). En nuestro país, como en otros lugares de América Latina, el aumento de las clases medias por efecto de las políticas populares o populistas, como se las quiera denominar y de el particular aumento del precio de los commodity. Estos sectores de diferentes niveles económicos y un lento pero imparable acceso a la cultura y la educación votan con una cuota de independencia e individualismo que no se da en los sectores más humildes quienes se unen por la necesidad de obtener reivindicaciones esenciales.   

No olvidemos por último que en la Argentina, Alfonsín debió retirarse antes en medio de una crisis económica considerable, también Fernando De la Rua-"Chacho" Alvarez que duraron menos... Quien quemó radicalmente sus esperanzas, al ver una simple "alianza" de componentes similares grita, llora, tal vez se tapa la nariz y vota los vientos justicialistas en sus distintas e interesantes variantes. Esos mismos vientos se llevan las nubes combustibles. Al menos eso espera la mayoría de la población.