viernes, 25 de marzo de 2011

NUESTRO FUTURO ESTA EN EL MERCOSUR Y LA UNASUR

REFLEXION SOBRE EL CONFLICTO DE MALVINAS







“Nada más doloroso y trágico en la historia
de la servidumbre, que la servidumbre de
la inteligencia, la servidumbre de la cultura...”

Deodoro Roca (1920)


Reflexionar sobre la actualidad del Conflicto de Malvinas y el Atlántico Sur de 1982, implica en buena medida adentrarnos  en las crisis que nuestro país vive y vivió periódicamente. Implica introducirnos en ese transcurrir zigzagueante de la historia nacional. ¿Porque?  Porque aquel hecho de hace casi tres décadas, ocultado ex profeso a las jóvenes generaciones, a las que solo les mencionan la muerte de “los chicos de la guerra” y un conflicto territorial, es clave para analizar nuestra “servidumbre de la cultura y la inteligencia”. Como lo expresaba Abelardo Ramos, la peor de las dependencias es la “dependencia cultural”. A esta la generan los grandes países imperialistas para mejor dominar a las naciones más débiles.
Tanto, la forma en que se entró en la guerra,  las evaluaciones que se hicieron antes y después de la misma,  las esperanzas excesivas y las desilusiones también exageradas durante la guerra y la posguerra, son una clara demostración de lo que  Jauretche denominaba la  “Colonización Pedagógica” que padece una parte de nuestra “intelligentzia”, ayudada por grandes medios con intereses propios.
Veamos algunos ejemplos. El primer gobierno democrático en su afán de “borrar” los efectos del militarismo sufrido durante aquellos años suspendió los festejos del 2 de abril como día de la recuperación y los pasó al 10 de junio, día del nombramiento del gobernador de Malvinas en el siglo XIX, pero... excesivamente cerca del 14 de junio, día de la rendición.
El caso de los veteranos de guerra, es mucho más dramático y terrible ya que se trata héroes que dieron su vida por la Patria. Se tardó varios años en otorgarles un  reconocimiento. En 1998 el decreto 1244 otorgó un plus salarial a los veteranos que se desempeñaban en la Administración Pública Nacional, lo que alcanzaba a un número insignificante de ellos (menos del 10 % de los soldados) y excluía a los oficiales y suboficiales retirados del beneficio. A esto agreguemos que para 1999 según denuncia el Gral. Balza en su libro el número de “veteranos” era mayor que en 1982...
En Córdoba, el gobierno provincial resolvió reconocer a los veteranos de guerra con una remuneración y asistencia psicológica y algo todavía mejor la Unicameral lo votó según se informó “por unanimidad” durante el gobierno del Dr. José Manuel de la Sota.
Reflexionemos: ¿debieron pasar más de 20 años para que la sociedad argentina se atreviera a reconocer “materialmente” a quienes ofrendaron sus vidas por el país? Recién en el año 2000 o sea casi 20 años después del conflicto nos atrevimos a sacar una ley en el Congreso de la Nación que declaraba el 2 de abril como Día del Veterano de Guerra y devolvía los festejos a esa gloriosa fecha. ¿Cómo podemos denominar estos olvidos? ¿Debilidades? ¿Dependencia cultural?  ¿Colonización pedagógica? Además los héroes de Malvinas, los que lucharon y sufrieron, los que se jugaron en esa patriada necesitan también el reconocimiento social  que es el que todavía nos falta.
En la educación el conflicto se vive en forma “vergonzante”. Se habla y  no se habla de eso... Generalmente es más aceptado hablar de los soldados... Los oficiales y suboficiales, ya es más difícil... Quien los menciona puede ser sospechado de alguna complicidad con militares o más aún con el Proceso de Reorganización Nacional.
En el año 1988/89  tuve oportunidad de presentar un proyecto de capacitación docente sobre el conflicto de Malvinas a la Dirección de escuelas primarias. La Sra. Delia Cabral en aquel momento directora de nivel me lo rechazó con una serie de argumentos que no vienen al caso pero que demostraban su profunda “vergüenza” ante el hecho y terminaba diciendo que el ministerio estaba empeñado en una “educación  para la paz”... una generalidad con la que todos coincidimos pero que demuestra la profunda separación de “escuela y realidad” ya que el hecho de que “luchemos por la paz” no puede incluir la ignorancia del mundo real en el que nos movemos. Habían transcurrido 8 años del conflicto y todavía carecíamos del valor intelectual para asumirlo...
Pero retrocedamos a 1982 y a sus protagonistas. La URSS  se había metido en 1979 en su propio “Vietnam”, que sería la intervención armada en Afganistán. EEUU no estaba mucho mejor, en Centroamérica los sandinistas habían tomado el poder y dominaban ese país y el Salvador, Honduras, Guatemala eran un infierno. Para la represión interna contra el comunismo, necesitaban del apoyo de la dictadura militar argentina, chilena, brasilera... Para colmo de males (de los norteamericanos) Carter un demócrata impulsor de los derechos humanos había firmado un tratado para la entrega acordada del Canal de Panamá. También tenían problemas en Irán, donde una extraña revolución islamita que anunciaba “nuevos tiempos” había triunfado derrocando al Sha pro occidental  y los enfrentaba decididamente.
En 1980 los republicanos encabezados por Reagan  asumen el gobierno y en su programa incluían una política internacional agresiva emparentada con el “big stick” de Teodoro Roosevelt aunque salpicada con la “moralina” de Woodrow Wilson.
Otro dato interesante es que el principal cliente de granos de la Argentina en aquel momento era Rusia y que no habíamos participado del boicot que EEUU había promovido años antes contra ella. También es de recordar que en 1978 habíamos estado al borde de una guerra (esa sí absurda) contra Chile por las tres islas, Picton, Lennox y Nueva, del Canal de Beagle, evitada por la oportuna intervención del Papa Juan Pablo II.
En este marco cuando uno estudia los relatos de época, los diarios, el libro de Costa Méndez el canciller argentino del conflicto, vemos varias cosas interesantes. Por ejemplo:
Los militares pensaban que la presencia argentina en Centroamérica era central en la recomposición de las relaciones con los norteamericanos que históricamente habían sido conflictivas. Jugaban a que se levantara el embargo de armas de la enmienda Humphrey- Kennedy por la violación de los derechos humanos en nuestro país. Costa Méndez antes de asumir en la cancillería, había  declarado que pertenecíamos a occidente y que no teníamos nada en común con los Países No Alineados, movimiento del que formábamos parte desde 1973. ¿No se trataba acaso de una verdadera dependencia cultural que nos hacía ver una realidad deformada y, en forma parecida al Quijote, enfrentábamos a los monstruos cuando había productivos molinos y a los molinos cuando había tenebrosos monstruos?
Para reparación de algunos de los protagonistas de la decisión de recuperar las islas, digamos que con el transcurso del enfrentamiento con el Reino Unido muchas autocríticas se realizaron de hecho. Costa Méndez lo menciona en su inconcluso libro (falleció el 10 de agosto de 1992, antes de terminarlo).  Se tuvo que abrazar con Fidel Castro en la Habana y hablar contra el imperialismo y el colonialismo en el Movimiento de Países No Alineados, organismo del que meses antes se quería ir.
En suma, el error político de militares y civiles en el gobierno de aquel momento, era creer que la Argentina por el solo hecho de ser fiel servidora de una política occidentalista que no nos compete ni nos beneficia podía obtener respaldo para recuperar las islas.
La Marina fuerza particularmente elitista y probritánica por formación, había avanzado en una política de soberanía marítima interesante, impulsando la ocupación de islas antárticas con misiones científicas o civiles que nos posicionaban mejor en la disputa por la Antártida. Sin embargo hasta después del conflicto, imperaba internamente la creencia que Gran Bretaña no había reaccionado demasiado violentamente ante la descolonización de algunos de sus territorios, dando como ejemplo el Canal de Suez y la actitud norteamericana en aquel suceso, que frenó la intervención europea. Desconocimiento de la historia o conocimiento deformado, ignoraban que los EE. UU. hacían “travesuras” cuando deseaban frenar a los europeos, tal cual lo hacen hoy en Irak.
Ninguna potencia colonial aceptó entregar territorios pacíficamente. Ninguna reaccionó pacíficamente, a las demandas de los sometidos, lo que sucedió es que fueron derrotadas. En el caso de Hong Kong, existió un tratado con Gran Bretaña y una China-Potencia, difícil de dominar, la “vieja raposa” no tuvo alternativa.
La sociedad argentina en su conjunto tampoco respondió mejor en medio del conflicto de 1982. Tuvo una actitud de cierta liviandad. Además, se trataba de una dictadura militar sangrienta, que nada hizo para poner al país en pie de guerra nacional. El gobierno se mostró dubitativo y la ciudadanía desconfiaba de aquellos que durante seis años habían mostrado actitudes antinacionales e impopulares.  
Solo el “sopapo” de la guerra hizo que los militares y algunos civiles, de aquel momento, cambiaran su forma  de pensar y comprendieran, algunos, que nada podíamos esperar de los norteamericanos, que nuestros aliados estratégicos eran los latinoamericanos y que teníamos más adeptos entre los No Alineados que entre las potencias occidentales, aunque estas fueran “socialistas”. Mitterand el socialista francés, que ya había sido Encargado de Colonias cuando la guerra de liberación argelina dio un decidido apoyo a la conservadora Margaret Thatcher, esencial, según palabras de la ex – ministra. ¿Acaso no ocurre lo mismo hoy con Libia? ¿O no están juntos el “progresista” Zapatero y el “deleznable” Berlusconi?
Así es la historia y la historia latinoamericana particularmente está plagada de líderes que “aprendieron” nacionalismo a los golpes y a partir de intentar sólo llevar adelante algunas medidas soberanas.
Hay otro elemento interesante. De los países europeos los que más firme se mantuvieron avalando con timidez, como podían, a la Argentina fueron España e Irlanda. Ambas, potencias “periféricas” de Europa: la primera disputando todavía el peñón de Gibraltar y la segunda adversaria histórica de la Gran Bretaña. España a la vez sostuvo su apoyo en la historia común con América. Ambos países motorizaron el Consejo de Seguridad, aunque tardíamente, para establecer un alto del fuego que tuvieron que vetar EEUU y el Reino Unido, pero que generó posteriores enfrentamientos entre las dos potencias.
De paso digamos que para Alexander Haig este conflicto fue el Waterloo de su carrera diplomática como él lo reconoció. Kissinger se lo había anticipado.
Thatcher y en general el Reino Unido demostró la firme conciencia nacional de un imperio tradicional. El 3 de julio de 1982 la Primera Ministra en un discurso en Chetenham explicaba el “espíritu de Malvinas”:
“Hemos dejado ser una nación en retirada. En su lugar tenemos una nueva confianza en nosotros mismos, nacida en las batallas económicas dentro del país y puesta a prueba y confirmada a una distancia de 8000 millas... nos alegramos de que Gran Bretaña haya recuperado ese espíritu que la alimentó en generaciones pasadas y que hoy comienza arder tan intensamente como antaño. Gran Bretaña ha vuelto a encontrarse a sí misma en el Atlántico Sur y no retrocederá de su victoria.”
Antes, en pleno conflicto dijo a Haig: “El asunto iba mucho más lejos que una disputa entre el Reino Unido y Argentina. El uso de la fuerza para capturar un territorio disputado constituía un precedente peligroso. (...) las Malvinas importaban a muchos países: a Alemania por ejemplo debido a Berlín Occidental; a Francia debido a sus posesiones coloniales; a Guyana porque gran parte de su territorio era reivindicado por Venezuela...” En otro momento aseveró “Está en juego la reputación de Occidente”.
Por último descubrió Thatcher que los argentinos vivíamos bajo una Dictadura ¡! En realidad varios gobiernos europeos occidentales, como el de ella, toleraron con la excusa de la guerra fría, hasta que algunos de esos militares “amigos” decidieron recuperar territorio nacional colonial, en manos de la vieja y cleptómana Europa.
Resumiendo, la recuperación de las Islas Malvinas fue una gesta nacional que cambió la historia argentina del siglo XX y de la que se pueden extraer entre otras, las enseñanzas siguientes:
1-                         Un gobierno dictatorial cívico-militar educado en la “Tercera Guerra Mundial”, la “Guerra Fría”, la Doctrina de Seguridad Hemisférica, la lucha contra el comunismo, etc. desplaza en los hechos ese eje, para impulsar un justo reclamo nacional que llevaba 149 años de irresolución.
2-                         La hipótesis de la guerra con Chile por el Beagle, dio paso a un enfrentamiento con el imperialismo británico.
3-                         La locura de intervenir como “siervos” de los norteamericanos en Centroamérica debió sepultarse para dar paso a un desesperado pedido de ayuda al tercer mundo y a Cuba, en contra de las grandes potencias.
4-                         La Argentina tuvo que revalorizar el papel de los No alineados y comprender que nada podía esperar de EEUU, el opulento Occidente europeo y ni siquiera de la URSS o China que solo atendían sus propias problemáticas.
5-                         Malvinas  obligó a la retirada de una dictadura cívico-militar infame que había derrocado a un gobierno legítimo, elegido por el pueblo. No por casualidad fue un jefe del Ejército el Gral. Martín Balza, ex combatiente de Malvinas, quien se atrevió tanto a bajar aviones ingleses como a realizar la autocrítica más importante de las fuerzas armadas argentinas, sobre la represión y el golpe del 24 de marzo de 1976.
6-                         Por último pero tal vez lo más importante, el conflicto bélico mostró una decisiva solidaridad latinoamericana. Este fue un hecho estratégico que hasta el día de hoy constituye la columna vertebral de nuestras futuras posibilidades de crecimiento nacional.
Estoy convencido que Malvinas está indisolublemente ligado a las políticas latinoamericanistas que los gobiernos democráticos llevaron adelante y que vio su máxima concreción en la firma del tratado  del MERCOSUR y en la actualidad del UNASUR.
En efecto, hoy sobre Malvinas cabe la reflexión, pero el futuro para que “sea nuestro”, debe ser del UNASUR, organización que nos permitirá equiparar al menos en parte, las desigualdades con las grandes economías del mundo. No estamos predestinados a unirnos, es una lucha, es algo que debemos construir entre todos, porque solo la unidad nos va a permitir ejercer nuestra soberanía en los mares del Sur y tener verdaderos derechos humanos en América  del Sur.

MALVINAS UNA GUERRA NACIONAL

HACE 29 AÑOS LA HISTORIA COMENZABA A CAMBIAR







El 2 de abril de 1982, un gobierno que hasta ese momento sólo se preocupaba de ser un buen aliado de Estados Unidos y los prósperos países de Europa, es decir de “Occidente”, que despreciaba al llamado Tercer Mundo y que miraba a América Latina para hacer tratados sobre la represión interna, en otras palabras que se dedicaba a espiar, encarcelar y torturar a connacionales, resuelve recuperar las islas Malvinas y este hecho aunque sus ejecutores no lo supieran iba a cambiar la historia nacional e influir en las relaciones internacionales.
Suponían que, seis años de servilismo a la gran nación del norte y las relaciones tejidas con la “culta y progresista Francia” -que en este caso enseñaba a matar y torturar tal como ellos mismos lo habían hecho en Argelia contra aquel pueblo que deseaba la liberación nacional-, el alejamiento de América Latina y del tercer mundo, iba a servir para que Estados Unidos apoyara o fuera neutral en una disputa con Gran Bretaña[1].
¡Qué ilusión! Ya lo dijo Margaret Thatcher y lo avaló Alexander Haig, el Secretario de Estado norteamericano de aquel tiempo: la rebeldía argentina era un problema de “Occidente”, no solo de la “vieja raposa”[2]…y el rebelde debería pagar por ello. Así fue.
Es de destacar como curiosidad, que en sus memorias Haig admite que Kissinger le recomendó tratar de eludir la responsabilidad de actuar de mediador en el conflicto. No pudo o no quiso hacer caso al experimentado diplomático y el conflicto “se lo llevó puesto”, debió renunciar a su cargo el 5 de julio de 1982 y cuando intentó llegar a presidente fracasó nuevamente. Una biógrafa de  Ronald Reagan cuenta que este general Haig -cuatro estrellas, ex combatiente de Corea y Vietnam- supo recomendarle, al actor devenido en presidente de los EE. UU., acerca de Cuba: “Give me the word and I will turn that island into a fucking parking lot”, (“Déme la orden y convertimos a esa Isla en un estacionamiento de mierda”).
Es interesante subrayar que Haig en sus Memorias, al relatar su llegada a la Argentina en 1982, describe la popularidad de la recuperación  y cómo, todo el trayecto desde el aeropuerto a la Casa Rosada debió hacerlo en medio de manifestaciones de apoyo a la medida adopta por la Junta Militar. También relata que había muchos de aquellos manifestantes “que coreaban el nombre de Perón”. 
Lo cierto es que nuestras fuerzas armadas padecían -al igual que muchos de nuestros medios de comunicación y alguna parte de la intelectualidad de izquierda, derecha o centro- de un pensamiento europeizado, colonizado, que sólo veía a través de ideas absorbidas EE. UU. o en la culta Europa. Así, la Guerra Fría era asumida como “propia” y la propia realidad como lejana o secundaria. Enceguecidos y convencidos, apoyados por los peores sectores del imperio se convirtieron aquellos militares y civiles que tomaron el poder en 1976 en voluntarios agentes  de las políticas extranjeras.
No obstante este diagnóstico, la Historia nos muestra que las nacionalidades no redimidas o artificialmente insatisfechas suelen reaparecer inesperadamente y a través de los agentes menos previstos. Si dudamos de lo dicho sólo echemos una ojeada a la ex Unión Soviética, los Balcanes o Europa Central y cómo resurgieron los nacionalismos después de 70 años de dominio o influencia soviética. Entre las diversas razones que existieron para que un gobierno como aquel, nacido del golpe del 24 de marzo, tomara una medida “nacional” como la recuperación de Malvinas, estuvo esa subliminal conciencia de que la Argentina tenía esta cuestión nacional pendiente.
  Así, aquellas fuerzas armadas que encabezaron una de las dictaduras más represivas de la historia y pusieron en práctica una política de liberalismo económico antinacional, se lanzaron, sin  saberlo, a una acción que modificaría todos los paradigmas de época. Se peleó con bravura por las islas, con sacrificio, con gran inexperiencia en guerras modernas y desigualmente si tomamos en cuenta que enfrentamos a los imperialismos británico, europeo y estadounidense, juntos. A pesar de lo cual y contra todo lo que los analistas exponen, rozamos una victoria... Esto lo afirman nuestros enemigos y los aliados de nuestros enemigos pero en las guerras es la política la que sella la derrota o la victoria y nuestros militares, como algunios civiles estaban mentalmente vencidos.
No pudo ser, pero el solo hecho de que la Argentina despertara de un largo letargo para defender su territorio con las armas en la mano, sirvió para descongelar la política interna hasta ese momento prohibida y más aun para reencontrarnos con Latinoamérica. La derrota apresuró la retirada de las fuerzas armadas del gobierno, lideradas por varios de los generales que ni habían peleado ni habían estado de acuerdo en recuperar las islas. Por cierto hasta el día de hoy EE. UU. debe soportar que Latinoamérica “le pase la factura” de su apoyo a Gran Bretaña. El TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) así como la Doctrina Monroe del siglo XIX –América para los americanos- quedaron maltrechos.
La constitución nacional aprobada en 1994 en la primera disposición transitoria ratificó nuestros derechos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes y en 1991 en un acto que constituye la ratificación plena de nuestra voluntad de lucha se creó la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Cómo si esto fuera pocos meses toda América Latina y el Caribe apoyó el reclamo argentino y Lula, ese gran estadista-obrero surgido de la industria metalúrgica brasileña (¡Vaya si es simbólico!) defendió mucho mejor que nuestra intelectualidad acobardada la causa argentina, golpeando incluso a la ONU por su vergonzosa debilidad para hacer cumplir a Gran Bretaña las disposiciones de negociar.  
Las heroicas acciones de la aviación argentina y el uso inesperado que nuestro país dio a alguna tecnología armamentística, logrando averiar y/o hundir a una parte importante de la flota expedicionaria, obligaron a  la OTAN a estudiar esta guerra y cambiar algunos paradigmas hasta ese momento vigentes.
Las fuerzas armadas latinoamericanas fueron lentamente cambiando sus hipótesis de conflicto ya que antes la mayoría planeaba y/o realizaban guerras internas con el “comunismo internacional” o externas con sus vecinos. A partir de 1982 estuvo presente la posibilidad de conflicto con los grandes países desarrollados y es de destacar que todavía no había caído la URSS.
Por último es preciso resaltar que el 2 de abril de 1982, moría la dictadura denominada Proceso de Reorganización Nacional. Comprender esto es fundamental. Ignorar que en el momento en que se puso en marcha la recuperación de las islas Malvinas y el general Galtieri se negó a dar la orden de volver atrás, que le exigía un amenazante Reagan por teléfono, estaba dando por extinguida, sin siquiera imaginarlo, aquella ominosa dictadura; es cuando menos pecar de un pasmoso desconocimiento de los  fundamentos básicos de la dialéctica por la que transitan los procesos históricos.   
Lamentablemente algunos intelectuales, a sueldo del gobierno –tal el caso de Federico Lorenz ex empleado del ministerio de educación de la nación- no logran superar mediocres análisis de moda, desprovistos de toda complejidad. Sólo atinan a producir una mescolanza de conceptos, que mezcla el Bicentenario, el golpe del 24 de marzo de 1976  y la recuperación de las Malvinas. La esencia deplorable de sus teorías es que la “Recuperación de Malvinas” fue una medida más del Proceso y que los muertos por la Patria en aquel helado territorio del sur son “más desaparecidos”… ¿Cómo es posible confundir los desaparecidos por la represión con aquellos que luchaban contra el imperialismo con armas en la mano? ¿Qué papel hubieran jugado estos acobardados plumíferos en las invasiones inglesas del siglo XIX?
Es destacable que esta visión sobre la guerra de Malvinas que solo tiende a desprestigiar en bloque todo lo realizado desconocen, olvidan o ignoran que todas las guerras de independencia del mundo tuvieron, desgraciada pero inevitablemente su tributo de sangre joven. Antonio José de Sucre general de Ayacucho tenía al momento de la batalla que decretó la libertad de América del Sur del imperio español, solo 29 años, Manuel Sanz, compañera de Bolívar que participó de la misma 27, otro general, José María Córdoba 25 y entre los soldados había numerosos adolescentes. Si Lorenz, Vicente Palermo y otros hubieran tenido en aquellos momentos puestos de conducción política –afortunadamente Dios es sabio y no lo permitió- todavía hoy los americanos rendiríamos vasallaje al rey de España.
Este grupo que se autodenomina “progresista” y vive de su academicismo (lo que de ninguna manera es criticable…hay que trabajar) promueven el olvido de  quienes murieron por la patria –soldados, oficiales y suboficiales-, ocultan detrás de una prosa por momentos inentendible, que su sacrificio no fue estéril y dejan de lado que la mayoría de los veteranos afectados psicológicamente por las secuelas de guerra, lo están porque nuestra sociedad ha sido hasta ahora incapaz de reconocer que Malvinas es causa nacional pendiente y que no es locura gritar ¡Volveremos!. Para los veteranos de guerra, el olvido y el descrédito con que fueron tratados al regreso y durante los años posteriores, es tan conmocionante y de tal magnitud la angustia post bélica que ya  hubo más de 350 suicidios entre ellos. La aparente debilidad de un país para tener éxito en un reclamo de soberanía, no puede llevarnos a dejarlo de lado y mucho menos a olvidar la heroica guerra del Atlántico Sur en la que enfrentamos a Gran Bretaña y EE. UU. coaligados.  
Desafío a la polémica, a que revisemos la historia, a salir de la historia oficial que hoy ya no es la de Mitre o López sino la que crea alguna intelectualidad en ocasiones al servicio de grandes empresas de información y comunicación que detrás de ciertos discursos “progresistas” y un aparente humanismo occidental, encubren un pensamiento conservador del orden mundial y congelan todo pensamiento crítico sobre los hechos más trascendentes de la historia contemporánea de América Latina. Es preciso superar el discurso único de moda para simplemente pensar  de acuerdo a nuestros intereses nacionales.
Córdoba, 25 de marzo de 2011.




[1] Algo que mucha intelectualidad  afrancesada olvida al igual que la izquierda francesa,  es que todo lo que hicieron los franceses en África de nada les sirvió, fueron derrotados totalmente. La metodología bárbara de la Legión Extranjera fue comprada por las fuerzas armadas colonizadas de nuestro país…y también fueron derrotadas a pesar del pírrico triunfo sobre la guerrilla. 
[2] “Vieja raposa”, denomina León Felipe a Inglaterra en su poema: (…) Inglaterra, /eres la vieja Raposa avarienta,/que tiene parada la Historia de Occidente/hace más de tres siglos,/y encadenado a Don Quijote.

Entrevista con "Tucho" Methol Ferré en la calle Brecha de Montevideo

Estos párrafos fueron escritos el mismo día en que la vida se escapaba de la afectuosa humanidad de Alberto Methol Ferré "Tucho", aquel 15 de noviembre de 2009. Solo he modificado algunos hechos de los que me enteré recientemente. Vaya entonces este artículo como homenaje al gran latinoamericanista


"SOY UN URUGUAYO, ES DECIR, UN ARGENTINO ORIENTAL”

Así solía iniciar algunas de sus charlas este que fuera según la definición de algún amigo “el tartamudo más parlanchín del Uruguay”, el entrañable Alberto Methol Ferré, “Tucho”.
Ayer 14 de noviembre por intermedio de varios correos electrónicos nos enteramos, muchos de sus amigos, que su vida se agotaba víctima de esa impiadosa enfermedad que ataca sin miramientos. Hoy 15 de noviembre de 2009, mientras escribo estas líneas, otro oriental amigo de Methol, Luis Vignolo, me informa que falleció alrededor de las 16 horas.
Me surge entonces recordarlo tal cual lo percibí en una entrevista, que le hice en Montevideo el pasado 16 de enero de 2009, en una calurosa tarde, de la que tengo un parcial registro mal grabado,
Aquel viernes, cerca del mediodía lo llamé por teléfono y Tucho con su habitual cortesía me invitó a pasar por su casa en Brecha 557, por la tarde.    
Llegué a Brechas recordando lo que siempre decía con gracia, “la calle de mi casa se llama así porque por allí los ingleses rompieron el muro en 1807 y tomaron la ciudad, ahora yo los estoy esperando y no les va a ser tan fácil…” Enfrentando en diagonal su vivienda que se encuentra casi en la esquina de la cuadra, se encuentra el viejo templo inglés, protestante, como desafiando a nuestro amigo. Hermosa construcción, pero últimamente abandonada y refugio de linyeras. El río de la Plata corre a pocos pasos. La casa me recuerda esas viejas casonas de los años 40 o 50, con una gran puerta de entrada adornada por pesadas rejas con dibujos, denotando  una clase media surgida en las épocas de oro de la vecina orilla.
 Methol habitaba en un apartamento del piso superior del inmueble, en el que agobiaba el calor de enero. Lo acompañaba Luis Vignolo  hijo, cuyo padre importante pensador uruguayo, amigo de “Tucho” toda la vida estaba muy enfermo. Coca Cola y whiskey de por medio, conversamos los tres de distintos temas políticos y culturales. Luis se retiro al poco rato.
Continuamos la conversación, abarcando diversos temas, entre otros la trayectoria del líder ruralista popular, Benito Nardone, sus vínculos con la CIA que relata un reciente libro uruguayo y su vuelco hacia una posición pro norteamericana. Con la vivacidad y la alegría narrativa que lo caracterizaba relató las vicisitudes de este particular político uruguayo que encandiló a la juventud “herrerista blanca” y al propio caudillo del histórico partido, Luis Alberto de Herrera en un primer momento.
Todo esto estuvo matizado con referencias a su relación con Jorge Abelardo Ramos y cómo se conocieron personalmente en 1955 luego de la Libertadora. Luis Alberto de Herrera había leído y conocido al “Colorado” en 1950 a través de “América Latina: un País”, libro que lo impactó. En este punto me aclaró que si bien Abelardo, se relacionó con otros intelectuales “nacionales” del Uruguay como el “gordo” Vivian Trías, Carlos Machado, Ares Pons, Carlos Real de Azua o Washington Reyes Abadie: “la relación principal en Uruguay fue conmigo”. “Nunca tuvimos un desacuerdo político, pero no porque lo evitáramos sino porque así se dio, nada más, yo nunca fui marxista, pero, qué casualidad lo primero que leí de marxismo a los 16 o 17 años fue a Trotsky, no leí ni Marx, ni Engels, ni Lenin. Leí a Trotsky en la biblioteca municipal que estaba a un costado del Teatro Solís”.
Methol llegó al catolicismo por convencimiento intelectual. Lo influyó mucho Miguel de Unamuno y también Ramiro de Maeztú y la generación del 98, con todo su iberoamericanismo. Se bautizó ya adulto por convicción. Su padre fue un agnóstico, no anticatólico, su madre en cambio fue mujer de “misa los domingos”  pero “tranquila” sin tratar de convencer a nadie.  Una poderosa inteligencia lo llevará a ser uno de los principales laicos que colaboraron en la elaboración del histórico Documento de Puebla. Dio en aquella ocasión una dura batalla contra los sectores más conservadores de la Iglesia y también los más izquierdistas, tratando de hacer una síntesis entre la Iglesia de Medellín y la de Puebla. Fue un importante apoyo latinoamericano del Papa Juan Pablo II.
   Políticamente su maestro fue el caudillo Blanco, Luis Alberto de Herrera, abuelo del actual candidato presidencial Luis Lacalle. Integró a temprana edad las juventudes de dicho movimiento. “Herrera fue una especie de Yrigoyen tardío del Uruguay”.  Sin embargo también tuvo algunas simpatías con el Frente Amplio y contaba que cuando detuvieron a Raúl Sendic el dirigente “tupamaro”, este tenía en su mesa de luz “Historia de la Nación Latinoamericana” de Abelardo Ramos: “un hecho notable, tal vez estuviera reflexionando sobre sus posturas guerrilleristas,  porque la izquierda nacional nunca avaló la lucha armada”.
 “También conocí a Arturo Jauretche cuando estuvo perseguido por la Libertadora aquí en Montevideo”. Dicho sea de paso, don Arturo dijo en una oportunidad que si hubiera tenido un hijo le hubiera gustado que fuera como Methol. El libro “Ejercito y Política” del primero de los nombrados surgió como proyecto en los años uruguayos, producto de las  conversaciones con Tucho quien escribiría “El Uruguay como problema”, sobre una geopolítica de la Patria Grande. Habían programado hacerlo juntos pero finalmente lo hicieron por separado.  
La mayoría de los orientales, especialmente los Colorados eran  antiperonistas, me reafirmó: “los únicos neutralistas ante la guerra y peronistas, éramos los ‘Blancos’ de Herrera. Cuando viene la Libertadora yo me enfermé no sé de qué, de gripe, que se yo, estuve como una semana en cama mientras muchos uruguayos festejaban el hecho.”  Efectivamente, Perón y su política latinoamericana lo habían impactado y lo transformaron en uno de los grandes difusores de esta idea que juzgaba esencial para el destino de la Banda Oriental.
El gran luchador se estaba preparando para viajar a Cuba por primera vez. Iría a visitar a su hermana, que había emigrado con su esposo a la isla poco después del intento de invasión a Bahía Cochinos por los norteamericanos. La invitación era para festejar los jóvenes 80 años, que cumpliría el 31 de marzo. Tenía un gran entusiasmo por el viaje. Lamentablemente en una reciente visita a Montevideo, Marcos Methol Sastre su hijo me informó que ya no pudo realizar su viaje por algunos problemas de salud. En cambio, festejó sus 80 años en la embajada de Ecuador, a cargo en ese momento de un amigo latinoamericanista.   

Gran parte de la charla giró, aquella tarde en torno a Latinoamérica y demostró una gran molestia por la política exclusivamente “brasilerista” de la cancillería argentina. Es una política “Unitaria, rivadaviana y mitrista, que desprecia al resto de los hermanos hispanoparlantes”. Creía necesario una unidad de los países de habla castellana para contrapesar y equilibrar el poder del Brasil, Sudamérica sólo es posible si la integración se realiza con igualdad entre los países asociados. Aunque no dejaba de criticar algunos aspectos de las exageraciones “chavistas”, reivindicaba su política “bolivariana”. Insistía en que se trataba de un militar hijo de maestros rurales que volvía a la docencia de sus progenitores a través de sus programas y que “expresaba una política”, integradora que no veía en la Argentina y otros estados. No entendía y condenaba con duras palabras la actitud que había adoptado el ex presidente Kirchner cuando se negó a asistir en 2004 a la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones en las alturas del Cusco, en Ayacucho, debido a sus discrepancias con Eduardo Duhalde que había sido el operador de la reunión. Lo menos que dijo en esta ocasión fue “no entiende nada, esa reunión es superior por su significado a cualquier diferencia menor, personal o política”. Tal vez por convicción feminista sin embargo, creía en las mejores condiciones como gobernante de Cristina Fernández. Es que para un latinoamericanista ontológico, lo del Cusco era, más que un error, un crimen.  
El viejo pensador, no obstante su lucidez, buen humor y simpatía oriental, sentía ya el peso de los años y me lo hizo saber en varios momentos de la charla. Él siempre sostuvo que la muerte llega cuando la misión de la persona se agota históricamente o se concreta. En este caso siguiendo la dialéctica de su pensar, no ocurrió ninguna de las dos cosas porque el proceso de reconstitución de la Patria Grande está inconcluso pero vigente y al mismo tiempo es muy claro que la necesidad de conformar aquella unión primigenia del continente, ha triunfado en el mundo de las ideas; muy pocos llegan a cuestionarla. La tarea continúa y ya hay compañeros de ruta y nuevos amigos que intentan retomar tu senda.
Descansa en paz, amigo latinoamericano pues el torrente de tu pensamiento ha inundado miles de arroyos que recorren la geografía de la América criolla.   

domingo, 20 de marzo de 2011

"TUCHO" METHOL FERRÉ Y PEPE MUJICA

UN ENCUENTRO POR LATINOAMÉRICA

"Tucho" Methol Ferré y "Pepe" Mujica
 Hace unos días solicité a Marcos Methol Sastre, hijo de Alberto Methol Ferré, aquel extraordinario intelectual oriental, que me relatara la última entrevista que su padre tuvo con Pepe Mujica, quien concurrió a verlo al sanatorio donde pasaría sus últimos días. Hemos respetado el título que le dió su autor al texto aunque quizás también podríamos haberlo titulado: "Hasta la victoria".





Un volver a las raíces
En lo más profundo de nuestra memoria habitan los recuerdos que nos unen sentimentalmente a algo o alguien. Los encuentros y las despedidas que marcan nuestra vida difícilmente pueden olvidarse porque lo que logra movilizar nuestra intimidad permanece. Constituyen nuestro propio ser, nos determinan.
La noticia de la internación de Alberto Methol Ferré rápidamente congregó a familiares, amigos y allegados, que en algunos casos viajaron desde fuera del Uruguay para hacerse presentes. En cada despedida se percibía un afectuoso gesto de gratitud que conmovía. La angustia y la desesperación no existían. Todo transcurría de forma serena y en paz; había algo más fuerte que la sentencia de muerte, un acontecimiento que la desbordaba.
Una de esas noches se vieron por última vez el Tucho Methol y Pepe Mujica. Fue su querido amigo en común, Alberto Couriel, que avisó a Mujica sobre la situación. Era ya tarde en la noche cuando Couriel me llama para pedirme que reciba al Pepe en el hospital pues ya iba en  camino. Yo que precisamente estaba saliendo del sanatorio para volver a casa, regresé a la habitación rápidamente para contarle al viejo y a mi madre que estaban allí. Era un miércoles 11 de noviembre de 2009, faltaban poco más de dos semanas para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Uruguay.
De vuelta en la planta baja del hospital, pude ver a Mujica charlar con los dos guardias de la entrada. Había terminado el horario de visita y no lo dejaban entrar. Me presenté buscando solucionar el inconveniente y ante la insólita situación aparece una funcionaria que reconociéndolo inmediatamente permite el ingreso. Entramos al ascensor, Mujica parecía no estar al tanto de la gravedad del asunto y recibió con amargura mi advertencia.
Llegamos al piso de internación. Fuimos interceptados por la simpática encargada de la puerta que fue derecho a saludar al Pepe y para preguntarle qué hacía por ahí. “Vengo a visitar un viejo amigo” respondió. Caminamos el despejado y silencioso corredor hasta la habitación donde finalmente llegamos.
Era la segunda vez que los veía juntos. La primera había sido en el cumpleaños 80 de mi padre, cuando reunió en casa de su amigo el embajador ecuatoriano Edmundo Vera Manzo a los compañeros de toda la vida, con personajes de todos los ámbitos imaginables, lo aseguro. Se saludaron alegremente sobreponiéndose al cansancio que tenían. Estaba avanzada la noche y mientras Tucho había recibido gente durante todo el día, Mujica estaba en plena agitación por los innumerables actos pre-electorales. Saludó también a mi madre y a un veterano que estaba internado en la cama contigua de la misma habitación que permanecía incrédulo ante la situación que se estaba dando a su lado. Pepe nos contó sobre la marcha de la campaña, que en ese preciso instante se había sacudido por la noticia del caso Feldman y el hallazgo de un arsenal de armas en una finca, que abrió variadas interpretaciones en la discusión pública y de los medios de comunicación. Luego el tema fue derivando hacia la rememoración de su origen común junto a Herrera y Erro. Allí en su juventud nació ese encuentro que, luego de que cada uno de ellos tomara diferentes rumbos en su vida, se retomaba en una experiente madurez pero con el mismo entusiasmo juvenil.  Me dejó pensando si acaso es una tendencia natural del hombre volver sobre sus raíces.
La cuestión latinoamericana no podía estar ausente. Tucho integraba el equipo asesor de Mujica en materia de relaciones internacionales. Supe tiempo después de los varios encuentros en la chacra del Pepe en los cuales mi padre hacía sus usuales intervenciones histórico-filosófico-políticas. Aproveché para hacer algunas preguntas buscando también alentar alguna discusión entre ambos. La necesidad de la integración de la nación latinoamericana era la más fuerte convicción. No faltó el humor cómplice en una reunión que duró cerca de 40 minutos. Retirándose Mujica fue que Tucho llegó a decirle en sus últimas palabras “hasta la victoria”.
Le dije al Pepe que lo acompañaba hasta la salida del hospital. Abandonando la habitación nos vemos sorprendidos por un pasillo repleto de funcionarios del hospital que se habían enterado de la ilustre visita y no quería perder la oportunidad de sacarse una foto con Mujica y muchos de ellos expresar su adhesión. En cierto momento lo pierdo de vista y lo veo nuevamente minutos después en el ascensor. Algunos familiares de enfermos terminales le habían pedido que vaya a saludarlos. Lo político a veces se aproxima a niveles místicos.
En la puerta de salida pensé que lo aguardaba alguna especie de guardia personal y una fila de autos. Para mi desconcierto se fue caminando con un amigo por una oscura calle de la zona. Tucho falleció pocos días después el 15 de noviembre de 2009. El 29 de ese mismo mes Mujica vence en las elecciones presidenciales. El de ambos fue un reencuentro significativo e histórico, pero por sobre todas las cosas una experiencia de intensa humanidad.

Marcos Methol Sastre
Marzo de 2011

"SON PINGADAS"

“SON PINGADAS[1]







El libro sobre Abelardo Ramos ha motivado no pocos comentarios, de parte de diferentes compañeros. Resulta interesante el debate aunque pienso que algunos se exceden con los calificativos –no hacia mí, algo sobre lo cual no emitiría opinión- sino hacia Abelardo Ramos. No obstante tampoco esto será tema de este artículo ya que el “Colorado” hasta después de muerto se defiende solo.
Sí, me interesa entrar en el debate de cuestiones que algunos compañeros señalan.
Si bien como en la física cuántica no hay una “historia” sino “historias” hay aspectos de la ciencia de Heródoto, que son exactos y no pueden alterarse a riesgo de falsificar los hechos. Me refiero a las fechas. Esto ayuda a comprender los contextos.
Así, Ramos es invitado por el ya designado (aunque no asumido todavía) canciller Domingo Cavallo a ser embajador en algún país de América Latina. En la lista a elección, figuraba México. Esto ocurrió en junio de 1989, fecha anterior a la asunción de Menem a la presidencia. Según información recopilada, la oferta mencionada se produjo mientras sesionaba el congreso del MPL en Río Ceballos. Ramos acepta y en octubre de ese año ya está en el país azteca.
En aquel período ni quienes un par de años después rompen con Ramos, caso Guerberof, Blas Alberti, Cesarini y otros, cuestionando el apoyo crítico al gobierno de Menem,  se mostraron contrarios a asumir este cargo.
Recordemos que luego de la derrota de Luder-Bittel en 1983 y del gran desastre alfonsinista, volvía un gobierno peronista (el primero luego de la muerte del general), con un frente nacional armado para las elecciones, a instancias entre otros de JAR y el MPL. En el FREJUPO -así se llamó la coalición que hizo triunfar a Menem- estuvieron fuerzas como el Partido Intransigente, el Partido Comunista Revolucionario ya con otra designación, la democracia cristiana entre otros. Spilimbergo hizo lo propio. Ni que hablar del movimiento obrero organizado integrante fundamental y sectores importantes del empresariado. ¿Por qué se extraña entonces el compañero Eduardo Paz Rada de la aceptación de ese cargo?  
En cuanto a la política económica, diremos que los primeros tiempos de gobierno se dieron en medio de la hiperinflación heredada del gobierno de Alfonsín, hecho este no menor, desestabilizador del país, altamente perjudicial para los asalariados. Tanto los obreros industriales como las clases medias de empleados, maestros, profesionales, estudiantes tenían toda la esperanza puesta en el nuevo gobierno, que efectivamente lograría alguna tregua o respiro en medio del desastre. Tanto Miguel Roig, primer ministro de economia del nuevo gobierno, fallecido a los 5 días de haber asumido, como su sucesor Néstor Rapanelli, pertenecían al empresariado vinculado al mundo agropecuario exportador, más precisamente ligados a Bunge y Born. Carlos Menem en medio de aquellos tumultuosos días creyó equivocadamente que esta "alianza" podía ayudarlo a sostenerse. No fue posible ya que en diciembre de 1989, vino una segunda hiperinflación que obligó a renunciar a Rapanelli y llevó a la transición de Erman González, quien rápidamente daría lugar a Cavallo y el plan de convertibilidad.
Nunca la izquierda nacional dijo que el peronismo, expresado en este caso por el caudillo riojano, fuera socialista, sino un nacionalismo popular, partidario de la confluencia de clases, no de la lucha de clases¸ aunque esta se dé internamente como en cualquier movimiento policlasista.
¿O acaso en 1989, en pleno inicio del derrumbe del socialismo soviético, alguien podía asombrarse con la decisión presidencial de apelar a esos “técnicos” de Bunge y Born? El propio Perón, en el contexto de los años 50, totalmente diferente al de los 90, ¿no se movió acaso entre la naciente burguesía industrial interna, expresada por Miranda y su equipo, apoyado por “La Época”, el sector nacionalista militar, estatista, apoyado por “Tribuna”? ¿No intento hacia 1952 negociar y atraer a los sectores agrarios que tanto lo habían combatido, para enfrentar la crisis que se presentaba? ¿Acaso no hubo un intento de acercamiento con EE. UU. desde la cancillería de Hipólito Paz? ¿No boicotearon grupos conservadores como el de Visca (que dicho sea de paso era un chupamedia de Perón y Evita y a la vez punta de lanza en la embestida contra la Suprema Corte anterior y contra las actividades “antiargentinas”, entre las que estaban los “grandes diarios” y el libro de Ramos “América Latina un país” ¡!) la designación como embajador de Manuel Ugarte quien terminó volviendo a Europa?
En suma en 1989, cuando acepta Ramos la embajada no se habían desarrollado las cuestionadas políticas ejecutadas con posterioridad y el frente gobernante vivía un proceso que no tendría fin, de enfrentamientos internos entre los distintos intereses que lo componían.
Ya he expresado largamente, si se lee con atención mi libro el papel nacional que cumplió JAR en la embajada, discutiendo con Cavallo en los primeros tramos y luego con quien concretara las relaciones carnales, el ex canciller Guido Di Tella, apoyando al sandinismo, no escatimando elogios para Noriega, visitando Cuba y entrevistándose con Castro, en fin, violentando de hecho la política de “amor” con occidente y especialmente EE. UU. que impulsaba el gobierno ¿Era posible algo más en aquel momento? Había caído el muro de Berlín y el bloque soviético implosionaba, devorandose al padre de la “reforma”, Mikhail Gorbachov, la URSS se disolvía, Noriega era llevado preso como un delincuente común del narcotráfico por los EE. UU., y el sandinismo era derrotado, no por un golpe sino en las urnas, controladas por ellos mismos…No había revolución en marcha, hasta los líderes árabes buscaban formas de acuerdo con el imperio. Los no alineados no se disolvían porque Menem retiraba a la Argentina –algo que critiqué y critico-, se pulverizaban en medio del nuevo contexto mundial.  
JAR deja la embajada a principios de 1992 para deambular sin un cargo fijo en el marco de un gobierno que, como él mismo decía, “confiaba en el imperialismo para resolver sus problemas internos” más que en sus propias fuerzas. Pero nadie se movía del plato, ni siquiera el movimiento obrero, cuyos dirigentes más díscolos preferían refugiarse en algún nicho que le permitiera ayudar a los trabajadores en alguna instancia parlamentaria. Tal el caso de Saúl Ubaldini, Lorenzo Miguel, Oraldo Britos o Lorenzo Pepe…para mencionar algunos... esperaban mejores momentos. ¿Acaso alguien puede aseverar que la IN tuviera fuerza para encabezar un proceso diferente en los años 90?
Al mismo tiempo la opción de retirarse del gobierno propuesta aunque con dudas por algunos compañeros, era una decisión política, no ideológica. No traicionaban ni quienes sostenían el abandono del FREJUPO ni los que deseaban mantenerse dentro. Personalmente  hubiera votado por seguir, de haber participado.
Permanecer significaba dar la lucha interna dentro de un gobierno popular –lo votaron ampliamente dos veces- a la defensiva, que como muchos otros gobiernos latinoamericanos confiaba en el apoyo norteamericano, aunque las privatizaciones las tomaron los europeos en muchos casos.
Pasemos al tratado del Sur. Si proclamamos "MERCOSUR o muerte" junto a Methol Ferré, o que esto fue “un hecho de importancia similar a las luchas por la independencia del siglo XIX" junto al “Colorado”, admitamos entonces que más allá de quienes fueron los impulsores de la medida, esta merecía no solo el apoyo sino la militancia para consolidarla algo que hicieron tanto JAR como Methol. Markus da una serie de datos respecto de los intereses económicos que permitieron el tratado de Asunción… ¿Es que este ortodoxo marxista cree que la unidad de América latina o en primera instancia de Suramérica puede sustentarse en un cuerpo de ideas y retórica al margen de la economía? Fue la economía, tal vez, el principal sustento de esta nueva oleada latinoamericanizante, abundantemente fertilizada por la historia y la cultura común. ¿Es que debe rechazarse en nombre de un purismo abstracto que descubre detrás de la historia concreta de los pueblos "oscuros" intereses económicos?   
No obstante no soy partidario de justificar la postura de Ramos hasta 1994 exclusivamente por el MERCOSUR, al hacerlo descuidamos su postura integral hacia el gobierno de Menem. Por eso, si bien acepto, como le expresé a al amigo Vignolo, que  mi texto debería haber acentuado más la creación de la alianza del sur, centralmente pienso que no podemos negar la verdad histórica y esta es que Ramos tuvo ante ese último gobierno justicialista que le tocó vivir, una postura integral de apoyo crítico. Además de valorar el tratado de 1991 y ser designado –aunque nunca se concretó- para coordinar el MERCOSUR cultural, apoyó la reforma constitucional de 1994, la reelección y dio la discusión interna para entrar al peronismo. Más aun se lo informó a Menem, a quien le regaló la bandera –la de Artigas en el siglo XIX- que el FIP eligiera en 1972 cuando se fundara. Efectivamente hubo una continuidad entre lo sostenido por Ramos en 1991-1994 y Methol durante los 15 años que le sobrevivió respecto al MERCOSUR. Pero el “Colorado”  murió tres meses antes de la firma de los protocolos de Ouro Preto, razón por la cual la defensa inclaudicable del proyecto quedó en manos de el entrañable “Tucho” Methol Ferré.
Las acciones adoptadas en torno al controvertido gobierno de Menem, fueron políticas, no ideológicas y la política es esencialmente un arte de lo cotidiano, del día a día aunque se sustente, como en el caso de JAR, en una sólida doctrina. 
Solo la “historia contrafáctica” puede intentar especular sobre el ingreso al peronismo del “Colorado” o la renuncia del compañero Soliz Rada al ministerio de hidrocarburos en Bolivia…Los puntos de vista al respecto, de cada compañero, son todos opinables, debatibles, pero estoy convencido que, estemos a favor o en contra del camino decidido, nada de esto vuelve “traidor” o “desertor” a nadie. Se necesitaría mucho más que este tipo de acciones para aplicar tales apelativos a quienes con errores o aciertos dieron y dan su vida por la causa latinoamericana.
Ramos no era solo un pensador, he aquí una gran diferencia con otros hombres de su generación, era también un político y como tal, al igual que todos, buscaba incansablemente los caminos del poder y esto no implica transitar por "un lecho de rosas". Hasta el final de sus días intentó afanosamente encontrar la revolución nacional y esta incluía la unidad de América Latina. Tomemos su último discurso de 1994, cuando propone el ingreso al peronismo y veremos la esencia de su pensamiento.  
Pepe Mujica nos cuenta Vignolo, pasó de considerar “el absurdo” MERCOSUR, al apoyo incondicional, Brasil de Lula firmó su tratado de defensa con EE. UU., y Fernando Lugo en el Paraguay consiente a regañadientes la presencia de bases norteamericanas en el territorio de su país. Kirchner en su momento se excusó  de asistir a  la cumbre de lanzamiento del futuro UNASUR en el Cuzco –dicho sea de paso esta actitud provocó un gran enojo en Methol- por cuestiones internas pero luego realizó todas las maniobras necesarias para ser electo Secretario General de dicha organización… Vaivenes en política es lo que abunda y no podría ser de otra manera, quienes no entienden esto suelen quedar aislados en medio de procesos que nada tienen de puro.  
García Márquez le hace decir a su Bolívar en "El General y su Laberinto": Ya sé que se burlan de mí porque en una misma carta, en un mismo día, a una misma persona le digo una cosa y la contraria, que si aprobé el proyecto de monarquía, que si no lo aprobé, o que si en otra parte estoy de acuerdo con las dos cosas al mismo tiempo. Lo acusaban de ser veleidoso en su modo de juzgar a los hombres y de manejar la historia, de que peleaba contra Fernando VII y se abrazaba con Morillo, de que hacía la guerra a muerte contra España y era un gran promotor de su espíritu, de que se apoyó en Haití para ganar y luego lo consideró como un país extranjero para no invitarlo al congreso de Panamá, de que había sido masón y leía a Voltaire en misa, pero era el paladín de la iglesia, de que cortejaba a los ingleses mientras se iba a casar con una princesa de Francia, de que era frívolo, hipócrita, y hasta desleal, porque adulaba a sus amigos en su presencia y denigraba de ellos a sus espaldas. ‘Pues bien: todo eso es cierto, pero circunstancial’, dijo, ‘porque todo lo he hecho con la sola mira de que este continente sea un país independiente y único, y en eso no he tenido ni una contradicción ni una sola duda’. Y concluyó en caribe puro:
¡Lo demás son pingadas!”[2]


[1] Gabriel García Márquez en el “General en su Laberinto”.
[2] Gabriel García Márquez, “El general en su laberinto”, Bs. As. Editorial Sudamericana, 1989. Pág. 206


domingo, 13 de marzo de 2011

England doesn't forgive...

ENGLAND DOESN’T FORGIVE








Hace algunos días Mario Vargas Llosa adquirió en la Argentina gran notoriedad gracias a la  simpleza del director de la Biblioteca Nacional Horacio González. En este caso toda su sociología no le sirvió para percibir el impacto “social” que tendría intentar escrachar o impedir que el reciente premio Nobel de literatura inaugurara la Feria del Libro. Tenía razón Borges cuando decía que “la sociología si existe es una rama de la literatura fantástica”, aunque quienes la utilizan pueden demostrar poca imaginación…
La presidenta Cristina Fernández, se encargó de poner en caja tanto desatino intelectual y el caso no da para más.
Sin embargo deseo profundizar un aspecto de la  “impericia” de González. Vargas Llosa al margen de su consecuente ideario liberal democrático a ultranza, de los últimos tiempos, es uno de los grandes escritores, de la generación surgida en los 50/60/70, impulsores en Latinoamérica de una literatura original, nacional, profundamente comprometida con la realidad política y social de estas tierras. Fue la oleada de los Miguel Ángel Asturias, Gabriel García Márquez, Manuel Scorza, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Jorge Amado, Alejo Carpentier, Augusto Céspedes –por supuesto Mario Vargas Llosa- para nombrar solo algunos entre los más conocidos.
Ellos, desde las letras fueron protagonistas del impulso nacional y popular que recorrió nuestro sur en aquellos años: Juan Domingo Perón, Salvador Allende, Juan Velazco Alvarado, Alfredo Ovando Candía, Juan José Torres, Omar Torrijos, José María Velazco Ibarra, el crecimiento del Frente Amplio liderado por Liber Seregni  y algunos otros. Sin embargo debemos tener la sinceridad histórica de asumir que la política de los 70’ tan mentada hoy por maduros jóvenes…de aquella época, fracasó por diversos motivos que no son objeto de este análisis. Todos los nombrados fueron derrocados, en algunos casos asesinados y en nuestro caso la sucesora de Perón, Isabel, fue destituida por el golpe más salvaje del siglo XX en nuestro país. Hubo un quiebre político, social y económico con las ultimas dictaduras militares.
No obstante, las letras, estimuladas por escritores de la nueva generación, humedecieron y fructificaron entre los intersticios de la cultura nacional y popular, colaborando para sostener el espíritu de rebeldía ante gobiernos insensibles, represivos y antinacionales. Los textos de Vargas Llosa no fueron la excepción y esto es algo que González no debería desconocer.
La literatura es uno más de los hilos invisibles que unen culturalmente a nuestra América, entre otros motivos por el idioma, formidable arma entregada por quienes supieron dominar estos lares. Dicho sea de paso es la Argentina uno de los países en el que lo europeo mayor influencia conserva: tenemos a un complicado Ernesto Sábato o a Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, a quienes los alteraba ser argentinos. El primero de ellos reclamó que sus huesos durmieran en Ginebra –tierra de Calvino- y el segundo vivió casi la mitad de su vida en París para terminar siendo ciudadano franco-argentino. En todo caso podemos decir que Borges era representativo (a partir de los años 35 aproximadamente) de la intelligentzia europeizada del puerto. Cortázar tuvo matices más modernos: odió al peronismo, expresión popular argentina, pero apoyó a la revolución cubana y nicaragüense desde su amada y opulenta Francia, al tiempo que regalaba parte de sus derechos de autor para los presos políticos argentinos de la dictadura, pero también de 1973/74 ¡!
El caso es que el exabrupto de Horacio González es además de tal,  “inadecuado” ya que lo realiza cuando el Nobel peruano acaba de publicar una magnífica novela de denuncia, del colonialismo europeo, el capitalismo salvaje, la complicidad, en ocasiones, de los gobiernos  latinoamericanos con ambos y la perversión del imperialismo británico. Desconocemos si subjetivamente el escritor pretendía esto o lo suyo fue solo arte.
 También aborda el nacionalismo (en este caso el irlandés) con un sentido casi reivindicativo aunque sin dejar de traslucir sus ideas críticas: “El nacionalismo me parece la peor construcción del hombre. Y el caso más extremo de nacionalismo es el nacionalismo cultural. Aunque en ciertas circunstancias puede representar valores libertarios...”[1]. Esta frase extraida de un reportaje periodístico reciente, es una demostración de las flagrantes contradicciones de la intelectualidad latinoamericana. Nos preguntamos ¿Quién es capaz de determinar la circunstancia en la que el nacionalismo es libertario? Y si por el contrario afirmamos que: El nacionalismo representa valores libertarios en América Latina aunque en ciertas circunstancias se transformó en la peor construcción del hombre, tal el caso europeo o norteamericano...Es necesario comprender que no es lo mismo el nacionalismo de los países desarrollados que el de naciones inconclusas. Los primeros son imperialistas, los segundos se defienden de aquellos e intentan concluirse.  
Y con este enunciado voy al libro que, adelanto, debería ser leído en las escuelas a la vez que por la dirigencia política que graciosamente elude hablar de imperialismo, patria o colonia.



Momento de la bajada de bandera en el acto oficial de evacuación (ebrisa.com)



Ya ha expresado el autor en el reportaje citado que para él “la historia es materia prima”. Sin embargo y a pesar de las duras críticas que este hombre declaradamente liberal realiza a los regímenes nacionales y populares del continente, elige para sus novelas, temáticas que plasman, en medio de su maestría para jugar con los tiempos físicos y verbales de los personajes, maravillosas pinturas sobre la génesis y el desarrollo de la historia política latinoamericana o bien de la vida cotidiana. A su manera crea permanentemente identidad continental.
¿O no nos sentimos protagonistas o terceros aludidos/afectados por “La ciudad y los perros”, “Los Cachorros”, o “Conversación en la Catedral” para mencionar alguna de sus obras? ¿O no nos deleitamos con esa sátira de “Pantaleón y las visitadoras”?
“El sueño del celta”, un poema patriótico de mediocre calidad literaria aparentemente, escrito por el irlandés Roger Casement, protagonista principal de la novela (de existencia real) –condenado a muerte por Gran Bretaña y a la espera de la horca o el perdón- da nombre a este relato en el que se reflejan numerosas  y ricas cuestiones que reflejan la política de este continente.
El colonialismo europeo y el hipócrita humanismo de las distintas potencias europeas son retratados casi con una técnica propia del neorrealismo italiano pos bélico. Si bien se desnuda a Leopoldo II rey de Bélgica como un gran y ejemplar cínico, racista y genocida, no queda al margen de la novela en ningún momento, la silenciosa complicidad de ingleses, franceses, alemanes, italianos, así como su carácter también imperialista.
En algún momento “England” o “La France” asumen  actitudes críticas, incluso es la primera quien le encarga a Casement el famoso “informe” sobre el Congo en el que este desnudará la brutalidad operativa y el exterminio poblacional realizado por aquellos “civilizados” europeos. La novela deja claro, para quien desee entender  que las grandes potencias no “colonizaban” por amor a la justicia o preocupados por el “salvajismo” de los nativos sino principalmente por sus propios intereses económicos ya que el África era un importante botín a repartirse. Los ingleses eran “humanistas y anticolonialistas” en el Congo de los belgas, o en el Perú gobernado por Augusto Leguía  pero “civilizadores” en la India británica.
  La denuncia del colonialismo es por demás verídica y produce una profunda indignación en el lector debido a las atrocidades que se relatan. La empresa cauchera virtualmente dueña del Amazonas peruano, era inglesa, cotizaba en la Bolsa de Lóndres y formaba parte de un sistema capitalista salvaje que era amparado de hecho por el estado, aunque este ante la pormenorizada denuncia le suelta la mano al…peruano que aparecía como dueño. El informe de Casement sobre los empresarios del caucho en la Amazonía, ayuda a la bancarrota de la empresa aunque sin que los expoliados pobladores de la zona, la mayoría de los cuales eran indios, accedan a un mayor bienestar. En esto las responsabilidades se dividen entre un cierto desinterés del gobierno de Leguía y hasta del Brasil de la época de Barón de Río Branco y el imperialismo inglés.   
Pero no hay matiz que no se deslice en la hermosa prosa. La superficialidad cómplice de los cuerpos diplomáticos quienes habitualmente cambiaban la buena vida en sociedad, regalos y favores incluidos, por su silencio. “¿No eran los intereses del Imperio [británico] más importantes que las quejas plañideras de unos salvajes semidesnudos que adoraban felinos y serpientes y eran antropófagos?[2]También destaca el autor la falta de soluciones para los habitantes de la zona, una vez que los “civilizados” torturadores y asesinos beneficiarios de la miseria se retiran.
Hablo de torturadores y asesinos sin una pizca de exageración. A los nativos tanto suramericanos como del Congo por distintos motivos intrascendentes en la mayoría de los casos, les cortaban las manos, los penes, violaban a sus mujeres, les secuestraban las familias como rehenes… o sencillamente los mataban ¿Qué razón le asiste hoy a la vieja Europa para erigirse en defensora de los derechos humanos cuando han sido ellos quienes sistemáticamente los violentaron? ¿Qué pensarán nuestros “progresistas” que en muchos casos tiene ONG’s financiadas por la Europa “indignada” y preocupada por Gadafi pero que todavía no se redimió de antiguos crímenes?
Casement dialoga con el famoso y cruel explorador Henry Morton Stanley (galés, es decir británico ¡vaya casualidad!): “capaz por igual de grandes hazañas y formidables villanías si el premio estaba a la altura de sus apetitos[3]”, así como con otros no tan famosos personajes, encargados del “orden”. La prosa es riquísima en crueles y sutiles conceptos. Así por ejemplo el capitán Junieux, miembro de la “Force Publique” del Congo (liberal grupo de represión, creado por Leopoldo el merecido monarca de la “progresista” Bélgica, formado por los propios nativos, con jefes europeos, para bien combatir “la trata de esclavos”), le aclara al protagonista que: “No somos nosotros los que inventamos el Estado Independiente del Congo. Solo lo hacemos funcionar. Es decir, también somos sus víctimas.[4] Otro de los militares entrevistados se queja por los bajos sueldos, al tiempo que añora su mujer europea quien seguramente ya tiene amante
También se introduce Vargas Llosa en la psicología de los dominados quienes tienen graves problemas para sublevarse y revertir su situación -aunque Roger Casement el protagonista entiende que sería lo justo: “Irlanda si quería ser libre, como los indios del Putumayo, debía pelear para lograrlo.[5]- y solo se contenta con tratar de lograr que le exijan  menos cupo obligatorio en la recolección de caucho.
La conversación de Roger con la historiadora de su misma nacionalidad Alice Stopford Green resulta esclarecedora. Refiriéndose esta a la novela de Joseph Conrad –el ucraniano que se hizo inglés y vivió en el Congo- “El corazón de las tinieblas” quien se había negado a firmar a favor de la conmutación de la pena capital de Casement, afirma: “Esa novela es una parábola según la cual África vuelve bárbaros a los civilizados europeos que van allá. Tu Informe sobre el Congo mostro lo contrario más bien. Que fuimos los europeos los que llevamos allá las peores barbaries.[6]
El relato no descuida la evolución intelectual del protagonista, sus desvelos, ilusiones y finalmente decepciones, respecto de los verdaderos motivos de la colonización europea del África, así como su transformación en un nacionalista irlandés. Las justificaciones europeas basadas en la humanitaria preocupación de “civilizar”, “catequizar” (¡ojo! no solo de católicos, ya que en este caso eran abrumadora mayoría los protestantes) y llevar el “progreso”, no tienen nada que envidiar a los justificativos que hoy leemos en la prensa para intervenir en Libia como antes se hizo en Irak. Todo lo desnuda Vargas Llosa a la vez que juega con breves “raccontos” de la biografía central logrando así la plena curiosidad del lector.
La historia se desarrolla en Pentonville Prison donde Roger Casement espera su ejecución o perdón por haber participado del levantamiento irlandés de la Semana Santa de 1916 –aunque la historia dice que no llegó a hacerlo y más aun intentó detenerlo-.  
El itinerario político e intelectual del héroe de la novela, quien es un homosexual que expone su condición en un diario privado que los británicos secuestran  en un allanamiento cuando él ya está preso para hacerlo público y desprestigiarlo, es realmente paradigmático.
Llega al África admirando a Stanley, y justificando el colonialismo por las tres “C”: “cristianismo”, “civilización” y “comercio”. A poco de andar comienza a comprender la verdadera y brutal realidad. Irlandés de cuna y por lo tanto británico, acepta formar parte del Foreign Office que le encarga realizar un informe sobre el Congo belga, situación que de tan escandalosa comenzaba a instalarse en la prensa y los círculos políticos de la época. El Informe fue lapidario para “Leopoldo el piadoso”. Al poco tiempo lo enviarán a la Amazonía peruana a realizar un  nuevo informe sobre la situación de los nativos explotados por la “criollísima” cauchera “Peruvian Amazon Company” a cuya cabeza estaba un “nativo” completamente europeizado llamado Julio C. Arana que parece había comenzado “(…) vendiendo sombreros de paja por las calles de Rioja, la aldea perdida de la selva amazónica donde nació”. (En parte esto nos recuerda el extraordinario libro del boliviano Augusto Céspedes, “Metal del Diablo”[7], referido a Simón Patiño uno de los reyes del estaño, mestizo, pero seducido por Europa).
El barco que los transporta por el gran río americano –el mejor de la Compañía- no podía tener otro nombre que “Liberal”… En medio de las atrocidades que ve y describe Casement, Vargas Llosa muestra la transformación de la conciencia del personaje,0 quien se acerca día a día a su Irlanda natal. Compara su patria –aunque sea una verdad parcial ya que en definitiva esta formaba parte de Europa y por lo tanto no era lo mismo- con el colonialismo/imperialismo en el Congo y América Latina. “¿Porqué lo que estaba mal para el Congo estaría bien para Irlanda? ¿No habían invadido los ingleses a Eire? ¿No la habían incorporado al Imperio mediante la fuerza (…) tal como los belgas a los congoleses?[8]
El merecido premio Nobel de literatura, desmenuza subjetividades de Roger para situarnos dentro mismo de la dramática historia que lo transforma en un patriota irlandés, cuestionador del Imperio británico. Vaya una paradoja ¿Por qué entonces a Vargas Llosa le resulta tan incomprensible nuestra gesta de Malvinas?
Pero el escritor latinoamericano expresa genialidades, que aparentemente a Horacio González el director de la Biblioteca Nacional le pasan desapercibidas, tan rodeado está de las emisiones radiactivas de los libros[9]. “A ellos [los estudiantes primarios y secundarios]se les hacía creer que Irlanda era un bárbaro país sin pasado digno de memoria, ascendido a la civilización por el ocupante, educado y modernizado por el Imperio que lo despojó de su tradición su lengua y su soberanía.[10]Esta minuciosa verdad, contiene (el concepto se repite varias veces en el libro) tanto vínculo con nosotros los latinoamericanos:
-  Muestra cómo los europeos sostienen la dicotomía “civilización y barbarie”, para dominar a los países más débiles, a la vez que conforman en la sociedad colonial o semi colonial , especialmente en los estratos medios y altos, una cultura antinacional que refuerza y justifica el sometimiento.
-  Manifiesta la importancia de la historia y la lengua como cimiento de la  soberanía de un pueblo. Expresa, en fin, la importancia de la lucha por preservar la identidad nacional.
“Los métodos de la colonización en Europa son más refinados (…) pero no menos crueles.[11]le dice Roger a un amigo comparando lo hecho por el imperialismo en Irlanda con el Congo o la Amazonía… ¿Es posible no sentir al menos empatía por lo dicho? 
Obviamente Vargas Llosa en varios párrafos deja ver su punto de vista  opuesto al nacionalismo y al patriotismo. Una de las ocasiones es cuando reproduce una discusión entre la nacionalista Stapford Green y el escéptico –también irlandés aunque más britanizado- George Bernard Shaw, en la cual este habla del patriotismo como si fuera una “superstición o una superchería”. Seguramente esta visión sea más cercana al escritor. Sin embargo no cae en el panfleto de desprestigiar las ideas de Green, por el contrario la muestra cerebral y remata esta anécdota diciendo (casi como dedicado a González y los que como él piensan): “Sin embargo, ese hombre que no creía en nada y despotricaba contra todo, era un gran escritor [Bernard Shaw] y había prestigiado las letras de Irlanda más que ningún otro de su generación. ¿Cómo se podía construir una gran obra sin ser un patriota (…) sin amar y emocionarse con el antiguo linaje que uno tenía (…)?[12]
El texto contiene numerosas reflexiones sobre la importancia de la cultura y la tradición de un pueblo, sin embargo no cae en fundamentalismos y permanentemente advierte sobre los extremos de estas posiciones, algo así como esa pretensión, tan de moda en este siglo XXI, de volver a un pasado ya muerto.
Tal vez el aspecto más controvertido de Casement es cuando su patriotismo irlandés lo lleva a ser un virtual aliado de los alemanes para tratar de alcanzar la independencia de su país. No hay novedad en este tipo de visiones ¿Acaso no la tuvieron Miranda, San Martín, Moreno y hasta Bolívar respecto de Gran Bretaña en la etapa independentista? ¿Acaso no era británica la flota que transportó al ejército libertador desde Chile a Perú? ¿Acaso Lenin no volvió a Rusia en 1917, en un transporte alemán?
Vargas Llosa no obstante no se deja llevar por lo que podríamos denominar ideologismos, siendo él un liberal a ultranza, crítico del nacionalismo. Solo se encarga de mostrar matices, contradicciones, contrastes, a veces como un impresionista y otras mediante un borroso expresionismo. Hasta nos permitiría obtener una reflexión docente al respecto. La liberación de los pueblos no logra objetivos plenos cuando se intenta dependiendo excesivamente de otros países con intereses propios. Si tenemos en cuenta que de la derrota de la Semana Santa de 1916 y la sangrienta represión, surgen las semillas que fructificarán en la autonomía de Irlanda, podemos también decir que, en suma, triunfaron aquellos que visceralmente se dejaron llevar por su patriotismo al margen de las influencias extranjeras.
Toda la novela, nos transporta por un clima de tristeza. Cada diálogo, cada descripción de la cárcel, de la celda tiene dejos de melancolía y en esto incluyo el tormento que significaba para Casement ser homosexual. Sus aventuras, reales o ficticias, poco importan. Roger Casement es ajusticiado por patriota irlandés y Vargas Llosa con delicadeza y realismo ofrece una nueva pintura de los héroes que como este, no surgen de un convento de clausura sino que son de carne y hueso. Sin siquiera sospecharlo, quizás, nos lleva a una reflexión revisionista que a los latinoamericanos nos cuesta todavía aceptar:
“Lentamente sus compatriotas [los irlandeses] se fueron resignando a aceptar que un héroe y un mártir no es un prototipo abstracto ni un dechado de perfecciones sino un ser humano, hecho de contradicciones y contrastes, debilidades y grandezas, ya que un hombre, como escribió José Enrique Rodó, <es muchos hombres>, lo que quiere decir que ángeles y demonios se mezclan en su personalidad de manera inextricable.[13] 
  El triste y solitario final, parafraseando a Osvaldo Soriano, se presiente o se sabe desde el comienzo y lo cierto es que a pesar del título poético de la novela no podemos sino hacer constar que la horca, el silencio, el desprestigio de su persona y el secuestro de su cuerpo son la venganza de la “vieja raposa” o mejor de la “pérfida Albión” (Louis Marie de Ximénèz ). England doesn’t forgive… the nationalism of others [14].


     


[1] Iker Seisdedos, “Entrevista a Mario Vargas Llosa”, diario El País, Madrid, agosto 29 de 2010.
[2] Mario VARGAS LLOSA, “El sueño del celta”, Buenos Aires, Alfaguara, 2010,  pág. 108
[3] Ibíd. Pág. 39.
[4] Ibíd. Pág. 102
[5] Ibíd. Pág. 239
[6] Ibíd. Pág. 76
[7] Hay versión argentina editada por EUDEBA en una colección dirigida por Abelardo Ramos en 1974.
[8] Mario VARGAS LLOSA, Ob. Cit. pág. 110
[9] No solo a Gonzalez le pasan desapercibidas estas reflexiones, en general nuestra política educativa sigue siendo universalista y por lo tanto desvariante.
[10] Mario VARGAS LLOSA, ob. Cit. pág. 135.
[11] Ibíd. Pág. 388
[12] Ibíd. Pág. 197
[13] Ibíd. Pág. 449
[14] Inglaterra no perdona… el nacionalismo de otros.